Cuerpo maniquí escribe
desde este mullido vacío
en la lengua de cada órgano
tras el murmullo monótono del aire que circula.
Es la transcripción consensuada de la intimidad:
poseo unas manos y unos ojos que intervienen en este
acto.
Parecen el vehículo necesario para este ruido.
Existe una lengua que pretendo atravesar con algo, no
podría ser otra lengua. Acaso.
Ruido. Ni siquiera alcanza el rango de utopía. Lo que
poseo reposa en el lenguaje.
Está muy averiado. Todo él. No es una certeza. El sentido
mora ahí. No es una certeza. Puedo tener uno. Parece.
Ni único, ni esclarecedor. Suena. No hay una certeza.
Se trabaja con materiales que ciegan y son poco
alentadores. Se busca un otro estadio.
Se busca.
¿hay un absoluto?
Decir es una trampa.
(desde la ventanilla del carro vi pasar a una mujer muy parecida a mí, por un momento estuve segura de ser ella, de estar viendo desde unos ojos prestados).
Náufrago
El padre con la lengua hecha jirones
por haber leído en alto,
demasiado alto, demasiado bien
los silencios.
Los que saben dicen que su imagen es un barco.
Yo siempre hablo de navíos y de agua
sin saberlo.
Uno nunca sabe lo que dice
hasta que es dicho en alto,
demasiado alto, demasiado bien
por el otro.
—Rosario Loperena
Rosario Loperena nació en la ciudad de México hace 30 años. Se dedica a escribir y a hacer fotografías. Estudió antropología social en Universidad Autónoma Metropolitana y escritura creativa en el PEC de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Colabora en diversas revistas electrónicas e impresas. Fue becaria del FONCA en 2014-2015 y es autora del libro electrónico de descarga gratuita Nuevo Alfabeto Visual, así como de CAJAS (Tierra Adentro, 2015).