Estas líneas están dedicadas a los presidentes municipales de pueblos en los que no hay nada que ver, en donde los visitantes ilustres tienen que ser atendidos por medio de una charreada, undesfile popular o un banquete campestre. Todos estos expedientes son difíciles de organizar y costosos. ¿No es más conveniente […] tener en el pueblo un lugar histórico a donde se lleva el visitante, se le echa un discurso, él responde con otro, luego vienen los abrazos y se acabó?
—Ibargüengoitia, Jorge
Para conmemorar los cien años de independencia, Porfirio Díaz decidió echar la casa —el país— por la ventana. A esta celebración se le bautizó como el Primer Centenario de la Independencia. Con este festejo Díaz mataba dos pájaros de un tiro. En su papel de patriarca, insertaba «a la nación en la historia universal», [1] al crear un calendario de festividades patrias y ciudades con monumentos históricos y construcciones públicas que dieran solidez a un concepto de nación, y a la vez, en su papel de él mismo, acaparaba los reflectores internacionales. Además, sin saberlo ni quererlo, esta celebración serviría como despedida, un año después, y a lo grande, de 31 años de mandato presidencial.
«El primer centenario —decía Díaz— debe anotar el mayor avance del país con la realización de obras de positiva utilidad pública y de que no haya pueblo que no inaugure en la solemne fecha, una mejora pública de importancia»[2].
En 1907, tres años antes de la fastuosa celebración, se formaría la Comisión del Centenario. En el caso de los estados, a los distintos gobernadores y hacendados, jefes políticos y otros que se veían beneficiados con Porfirio Díaz en el poder, se les instó a que organizaran sus propias comisiones locales, «lo que dio por resultado que se conformaran 31 comisiones centrales, 298 de distrito y 1,440 municipales».[3]
El objetivo del Centenario no fue tanto recordar y reafirmar la autonomía de México frente a potencias extranjeras, sino dejar en claro el estado de dependencia nacional hacia el gobierno de Díaz. Lo que puede ser entendido por unos como magnanimidad y por otros como megalomanía, se tradujo en construcciones públicas a diestra y siniestra.
Por ejemplo: «En Guerrero, que era uno de los estados más pobres del país, con 267 proyectos, de los cuales se terminaron de construir 194 obras; le siguió el Distrito Federal, sobre toda la ciudad de México, con 136 y 110, respectivamente. Después vienen Chihuahua con 89 y 87; Michoacán con 64 y 54; Puebla con 64 y 43; Veracruz con 57 y 50, y así sucesivamente, hasta llegar a los más bajos que fueron Querétaro con 4 y 4, y Baja California y Quintana Roo con 2 y 2 cada uno».[3]
Ensenada y el Centenario
En el caso de Ensenada, un verdadero villorrio en aquel entonces, aunque capital del Distrito Norte, se mandó erigir una estatua de Miguel Hidalgo. Esto no fue cosita intrascendente, cabe decir. Como lo refiere Celso Vega, jefe político del Distrito Norte de 1908 a 1910, sobre Ensenada, en una carta al mismísimo Porfirio Díaz: el «Ayuntamiento de esta entidad ha gastado algo más de $ 60, 000 pesos […] cantidad que, si se sirve usted de tener en cuenta la relativa importancia de esta Municipalidad, resulta de bastante consideración». [4]
Y continúa: «Tuve el gesto de inaugurar en esta cabecera, las siguientes importantes mejoras materiales: un reloj público de cuatro carátulas transparentes, importado directamente de Nueva York; la ampliación de toda el ala derecha del Palacio Municipal, incluyendo la torre sobre la que fue colocado el reloj citado; un paseo público situado a la entrada precisamente del puerto, y al que se le puso por nombre “Paseo Hidalgo”; y por último, un precioso monumento erigido por los habitantes del Distrito, al Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo»[5].
En cuanto al «precioso monumento», Vega se explaya: «La estatua que en aquella fecha se encargó a México por conducto de la casa Fabre Hermanos, debería tener dos metros de alto, ser de bronce y de un costo mayor de 4, 000 pesos. El pedestal sobre el que se colocaría debería medir tres y medio metros de elevación, y ser del mejor granito de esta región, trabajado por artesanos especiales que oportunamente se trajeron de Los Ángeles, California, y su costo alcanzaría la suma de cuatro mil ochocientos pesos. Además el proyecto de tal trabajo comprendía también un embanquetado de cemento alrededor del Pedestal, la colocación de cuatro postes de fierro con cinco globos de cristal opaco, cada uno para el alumbrado eléctrico del monumento, la formación de unos pequeños prados a los lados del mismo y algunos otros adornos»[6].
En Ensenada, la pachanga centenaria resultó ser todo un éxito, como lo menciona el mismo Vega a Porfirio Díaz: «Por lo que respecta a las festividades de la Patria, respetuosamente me permito manifestarle, que resultaron en esta cabecera, muy significativas, tanto por la gran afluencia de extranjeros que a ellas vinieron y quienes no se cansaron de manifestar lo complacidos que de ellas quedaron, cuanto por el orden y entusiasmo en medio del cual se desarrollaron»[7] .
En 1943, al monumento se le agregó «el murete perimetral, la cadena y el asta de bandera»[8]. Cabe señalar que antes el monumento daba la cara hacia el sur, pues durante la primera mitad del siglo pasado la entrada principal a Ensenada era por la Avenida Ruíz; Hidalgo recibía gustoso al que visitara este puerto. Cuando ésta dejó de ser una vía de acceso, se giró el monumento en dirección al norte.
2016:Hidalgo y una fuentecita
Seis años y un centenario después, en el 2016, se ha decidido, como para que el Paseo Hidalgo se vea bonito o adornado, o vaya uno a saber qué, poner una fuentecita enfrente del Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo. Hay algunos que desaprobaron esta decisión, llamándole una «nacada»[8]; otros, sin opinión. Ahora bien, lo preocupante en este caso no es el mal gusto, que lo hay y mucho, sino el uso torpe de los recursos destinados a «dignificar el centro histórico»[9]. Pues, ¿por qué en lugar de instalar una fuente cuya humedad puede afectar a la escultura cívica más antigua de Baja California, no se decidió restaurar, cosa aparentemente obvia, el monumento a Hidalgo?
Creo no equivocarme si digo que quien ideó esta fuente ha de haber dicho para sí, y con las mejores intenciones del mundo, «va a ser una chulada la fuentecita, ahí frente al cura». Sin embargo, y como ya se sabe, las buenas intenciones no son siempre suficientes ni necesariamente buenas. Aún se está a tiempo de retroceder este proceso de «dignificación», sin ton ni son. Darle dignidad a un espacio histórico como lo es el centro no es adornar el paisaje a los ojos de los que hoy estamos vivos sino conocer el porqué, el cómo y el para qué de los monumentos, dentro del contexto histórico en el que fueron construidos.
Para esto no se necesita hacer un viaje al pasado ni tampoco invocar a ningún espíritu, sino consultar a los que se dedican a esto de la historia. En Ensenada los hay, y muy buenos y ensenadenses: Jorge Martínez (primer historiador profesional de Baja California), Heberto Peterson (cronista oficial de Ensenada), Carlos Lazcano (geólogo y explorador, primero en recorrer la península de Baja California a pie), por nombrar algunos. Porque si dignificar es otorgar respeto, y no hay de otra que conocer para respetar, entonces empapémonos de historia.
—Asael Arroyo Re
Agradezco especialmente al maestro Jorge Martínez Zepeda por proporcionarme documentos tan valiosos.
[1] Ramona I. Pérez Bertruy, “Obras emblemáticas del Primer Centenario de la Independencia Nacional”, en Boletín de IIB, vol. XV, núms. 1 y 2, México, primer y segundo semestres de 2010, p. 185.
[2] Ibíd., p. 185-186.
[3] Ibíd., p. 188.
[4] Informe de Celso Vega, jefe político y comandante militar del Distrito Norte de la Baja California, sobre los eventos celebrados con motivo del centenario de la Independencia nacional. Archivo Porfirio Díaz, Universidad Iberoamericana.
[5] Informe de Celso Vega, jefe político del Distrito Norte de Baja California, sobre su gestión en el periodo que va del 1 de julio de 1908 al 30 de junio de 1910. Volumen 324, Sección 3. Acervo documental del Instituto de Investigaciones Históricas.
[6] Ídem.
[7] Ídem.
[8] Ricardo Meza, “´Una nacada´ la fuente frente a Hidalgo”, http://www.plexmx.info/2016/03/22/una-nacada-la-fuente-frente-a-hidalgo-historiador/ [Consultado el 17 de marzo de 2016]
[9] Javier Cruz, “Proyectan 60 obras para impulsar turismo en Ensenada”, http://jornadabc.mx/tijuana/04-01-2016/proyectan-60-obras-para-impulsar-turismo-en-ensenada, [Consultado el 10 de marzo de 2016].