Hay ruidos que despiertan
Hay ruidos que despiertan y nadie oye
hay ruidos precisos, que no dan descanso al alma
hincan diente en la carne temerosa,
el nervio expuesto,
fósforo, dinamita
elevan las ganas de matarse
o de cuestionarse hasta el propio nombre
¿Qué hago aquí?
Hay ruidos que nos cambian.
El cajón
Una finísima capa de polvo
como cualquier cosa
que no se dice,
permanece intacta
te supera.
Sylvia, Anne y yo
Cruzo la calle,
y como tantas veces
sucede en el sueño de alguien más,
piso las vías de un tren ciego,
me rindo ante el transporte público,
ese que me lleva a donde debo ir,
adonde pertenezco,
un latido menos,
otra pregunta en el examen de Historia,
al maestro sordo que ya se la sabe
y solo piensa en cobrar su cheque
por un pequeño más que no creció,
que permaneció en espera de una respuesta
que nadie sabía,
porque educar es dedicarse a la destrucción
y habría que quedarse,
únicamente observando
la calle,
los ríos,
las montañas,
el pozo,
el mar,
esa carretera,
cualquier conducto que realiza una invitación
si me quedo aquí,
sin moverme
quizás conciliaría con la muerte.
— Luciana Villegas
Del poemario inédito Tita
Fotografía de Alicia Tsuchiya
Luciana Villegas (Ciudad de México, 1987). lucianavr@live.com / lucianavillegas.info / t. +521 5554 09 3435