EL CEREBRO ES MÁS AMPLIO QUE EL CIELO
Conozco espacios sagrados a donde no llegan
las que mueren por causas naturales.
Ahí me enamoré de un color
pero no sería honesta si dijera que es el azul.
Respondo a Maggie Nelson así:
yo soy la belleza que buscas
cuando te reconoces sirviente de la tristeza,
tristeza de una herida que me hunde:
ahora llevo pozos en la lengua.
Tengo abiertas las ventanas de todos los cielos
donde hemos creado un grito imperfecto.
Lo he creado a pesar de ti, a pesar de las muertas
y para mí ha llegado el fin de toda carne:
nada de lo que me definía antes me define ahora.
Y es en esta servidumbre donde abro
palabra por palabra el desierto,
extiendo los dedos y la sangre de árbol quemado
cae en la selva, hoja por hoja un diente de leche,
un jardín de moho dentro de mi boca.
Un corte sagrado en el cerebro que,
costura por costura, intenté remediar.
Abro su cáscara
y paso por el dorso de mi mano
el filo de la vida, casi por accidente.
LABIOS Y MIEL
Recuerdo el primer beso
cerca del dentista donde me sacaron
las muelas del juicio:
faltaban años para que escarbaran
en el rojo teñido de las encías
con sangre de toro.
El amor es un toro mecánico,
una máquina,
la banalidad de hablar
bajo palmeras que ondulaban
sobre el cabello rubio
de mi novio y nuestro primer beso.
La electricidad es sólo un gesto:
me siento frágil cuando me miran,
hincados de rodillas,
los ojos del canon, de un iris que muta azul
que muta miel, que decide sobre
lo bueno y lo deseable.
No tienes pupilas.
Y tu piel tan oscura
que junto a ti
soy dientes de leche.
Me gustas.
Los dos continuamos
escupiendo estrellas en nuestras bocas,
dejamos grabado en el pasto
el testimonio de la belleza.
Suya era la blancura de los cuerpos
bienvenidos en el Jardín.
Míos fueron los defectos
de la piel morena
escarbando en un plato vacío,
en la máquina de la que no quise
bajar con elegancia.
Fotografía de Hugo Fermé
Estefanía Arista (Tijuana, 1995) estudió Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Becaria del Festival Interfaz en dos ocasiones. Fue residente de la decimoctava promoción de la Fundación Antonio Gala. Su primer poemario, Hipocampo, está disponible en Dharma Books.