Retomamos los primeros sueños para hacer más cálido este invierno medio lluvioso, medio borroso, perfilando los primeros días de 2022. Se nos han acumulado los sueños y las ganas de vivirlos, recrearlos y compartirlos.
Ahora presentamos unos hermosos poemas de Daniel Bencomo sobre las reminiscencias minerales y vegetales, así como su disertación acerca de los sueños, en los que una abuela y una amiga son presencias cercanas.
—Maricela Guerrero
PLAYA, LOOP CRISTALINO
Avanza el poema como broca helicoide. Por agua, por arena (ahí se pone inoperante), por tierra o memoria, por cuál sedimento. En ese desplazarse recorta, remite hacia adelante objetos, reflejos animales, trazos de escritura, voces de otras u otros: contactos. Empala cosas de memoria o deseo, expulsa hacia el costado astillas, virutas por error o negligencia. Esa es la astucia o torpeza: horada una fuga en la plástica urbana, en el polen, en la playa. También importa la dirección que le aplicas. Hacia abajo, por ejemplo, topa con frecuencia con márgenes de fósiles u horrores, o da con una red comunicante de hongos cristalinos: no piensa en la herida del monocultivo.
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El gusto de leer el agua se gana con el gusto de quebrar el agua con el cuerpo. El loop al escribir: me inyecto en el cielo de aquel mediodía. Me viene a la cabeza el aire, el plancton conquistando los pulmones con ritmo mineral. Recuerdo un pueblo junto al mar, un pueblo con heridas de coral y tempestad. Voy hacia pensar en los senderos de cultivo, que también se bifurcan. La forma de escribir, nadar hacia las venas del maíz a medio crecimiento, ya con brotes. El maíz acompaña. La nuestra ha sido también su ganancia. Crecimos juntos, por siglos, al deformar nuestros genes. Para amarnos mutuamente y pervivir. Fue reproducirse y tumorar de siglo en siglo. A veces hay un hongo del que emerge un ave platinada en la mazorca. Con la escritura y el agua parece lo mismo, con el pasado parece.
Sueño:
Los sueños se me escapan, con frecuencia, en el plasma que media el sueño y la vigilia. Que sueño un sueño de cangrejos ermitaños o de piedras, no sabría decirlo; mas el sueño suele retraerse hacia una concha o fase mineral en la que escapa a mi reconstrucción, a mi fraseo consciente. Quiero imaginar que logra solventar discretamente mucho de la demanda anímica que le impone mi self desde el estado despierto. Recuerdo más el sueño recurrente que contaba mi abuela materna: tener una pieza de pan dulce y tener que repartirla, de manera insuficiente, entre un puño de niños y niñas ávidos. Cercano al delirio. De los míos recurrentes recuerdo apenas retazos. Hace poco soñaba, me parece, con cierta imposición de la distancia: miraba a algunos seres queridos desde un puente elevadísimo: estaban junto a un codo de mar, mi voz no podía hacer nada para romper la densidad del aire salino. De joven, también recuerdo, se imponía en el catálogo de mis angustias nocturnas el formato de la persecución, que por lo regular se interrumpía justo antes de ser alcanzado por alguna fuerza amenazadora. Con los años descubrí ciertas condiciones que logran propiciar ventura o desventura en mi sueño no profundo: una cobija demasiado caliente, por lo regular y por ejemplo, suele conducirme a pesadilla, breve en la temporalidad de la vigilia y larguísima en la del sueño, que se manifiesta poco después de quedarme dormido. Aunque hace no mucho, a raíz de ciertos movimientos físicos y espirituales de mi parte que aspiraban a la sanación interna, soñé con una amiga querida a quien no veo hará más de doce años, a quien debo en la amistad y el afecto momentos cruciales de mis primeros años de edad adulta: del sueño apenas recuerdo el reencuentro en un abrazo fraterno. Han pasado algunas semanas, en ellas me encontrado en un tránsito intenso, pero la sensación reconfortante de tal episodio se mantiene viva.
Actualmente…
Actualmente escribo textos, prosas breves, sobre abejorros y nematodos; en una línea cercana trato de vincular memoria con procesos de polinización. Traduzco. Avanzo con pena y sin gloria con una disertación doctoral.
Sueños futuros
Me gustaría soñar en clave de otros seres vivos, de otras formas de inteligencia con las cuales convivimos, me gustaría soñar con eso, enclave de supervivencia y en clave colectiva, como los hongos que atraviesan subterráneamente los bosques y suelen servir de mensajeros de todo el ecosistema. ♣
Daniel Bencomo nació en 1980 en San Luis Potosí, México, es poeta, traductor y docente. Sus libros más recientes son La mutación de Lo en Lo (Cuadrivio, México, 2018) y Espuma de bulldog (Luzzeta, México, 2016). Como traductor de poesía del alemán publicó hace poco El poema cruza el cuerpo y no saluda (Taberna Libraria, México, 2021) de Björn Kuhligk, así como obra de Tom Schulz, Ron Winkler, Friedrerike Mayröcker, Steffen Popp, entre otrxs autorxs de lengua alemana. Vive en Speyer, en el sur de Alemania. Lleva el blog bencomodaniel.wordpress.com