De Cuadernos de la breve ceguera:
5
No detengas
tu vuelo.
No aquietes
ese temblor de pájaro
que agita
el agua mansa
en el río marrón
de tu mirada.
Dicen
los que dicen
que tenés mis ojos,
mi risa
y un gesto
al andar,
largo y sereno.
No les creas, hijo.
Porque no sos mío.
Sos hijo del viento.
De La hija del pescador:
6
Mi madre llama desde la casa.
Corro junto a los perros,
bajo la sombra mansa
de los perales.
Llevo en mi mano piedras del arroyo
para que mi madre
abra los ojos, sorprendida,
como si su niña recogiera estrellas.
Corro, pequeño animal de la jauría.
Pero la noche avanza sobre el patio,
más veloz que mi paso,
más certera.
Corro y estoy sola y estoy lejos.
Y los perros son fantasmas
que en la sombra aúllan
mientras mi madre llama
a esa que no soy
y yo no sé dónde ir
ni si me espera.
15
Estar
y nada más que estar
mirando
como te apagás despacio
—alguna vez,
mirando el cielo,
me hablaste de estrellas
que ya no estaban
pero aún eran luz
o un engaño de luz
en la oscuridad
de las noches—.
Estar
y no ser más
que esta partícula
miserable de un dios
que hacía milagros
y sólo poder acariciarte
con esta mano
mía
desprovista de magias.
Estar
y quererte
tanto todavía
con este amor
que empieza
tan de a poquito
—tan para siempre—
a hacerse huérfano.
De Piedras de colores
EL DESQUITE
Salí
a lavar la ropa bajo el sol
porque era tibia la luz sobre los patios
y era hermosa
mi mano
sumergida en el agua:
un pez salvaje atravesando mares blancos,
en busca de dios sabe qué aventura
escondida
entre las pilas de la ropa.
Tengo la piel,
me dije,
de mi abuela,
yo también envejeceré de pronto
como si una noche cayeran sobre mí todos los años
y me pondré viejita
y sin remedio.
Me temblarán las manos,
como a ella,
con el temblor que traemos en la sangre
como otros traen el cáncer y las pecas.
Pero ahora,
soy dueña de unos magníficos reflejos
y mi dedo
destroza, minucioso,
las estúpidas burbujas de jabón.
De Madura:
LA CAÍDA
Cómo será este cuerpo que resiste
con la docilidad de un sauce en la tormenta
cuando lo venza el tiempo
y la fatiga,
qué quedará,
qué oscura raíz lo sostendrá en la tierra,
uno más,
uno caído entre los otros.
¿Seguirá siendo mío,
si las redes de la memoria se destejen?
Cómo será caer entre otros cuerpos,
rodar hacia la vejez,
como los chicos
ruedan
colina abajo
pero más fuerte,
más fuerte,
más fuerte
y sin poder poner las manos.
LA LUZ SOBRE NOSOTROS
¿Ves mi cuerpo envejecer?
Lento y tan dulce,
me convierto en otra:
siempre en otra.
Como esas flores tristes del florero
que se apagan de a poco,
me vuelvo un manojito
mustio y ceniciento,
todo mi cuerpo sabe
que comienza la muerte.
Y sin embargo qué,
seguimos vivos.
Y mi cuerpo
reconoce
los signos del deseo
con la precisión de la sabiduría:
aquí está mi piel,
aquí la tuya
y de pronto soy tu piel
y vos la mía.
Envejecemos.
¿Y qué?
Todavía
Iluminamos las estrellas.
MUJER A MUJER
Cuando una hija se vuelve una mujer
o mejor dicho,
cuando tu nena se vuelve una mujer,
la voz de una mamá cambia de tono,
se vuelve
de a poquito, más grave,
más serena,
porque las madres
también crecen con sus hijas.
Una charla con una hija
que se ha vuelto una mujer
prescinde,
casi siempre,
de esas cosas
que fueron un lenguaje en la niñez,
se transforma,
despacito, en otra cosa.
El idioma
entre dos mujeres que se miden
con el péndulo de la maternidad
y de pronto, son pares,
es el idioma más magnífico del mundo.
Está hecho de palabras pequeñitas
con un infinito margen de significados
pero sabés,
siempre sabés
que habla de amor.
ARS AMANDI
Digo:
todo lo que hicimos
en nombre
del amor está salvado.
El corazón
ha sido
el animal,
la luz,
la ofrenda.
Fotografía de Hugo Fermé
Mariana Finochietto (General Belgrano, BB.AA., 1971) es una de las poetas más consistentes y sorprendentes de Argentina y en general de América Latina. Su obra resplandece con dulzura, claridad y accesibilidad, pero a pesar de su delicadeza, es también asombrosamente emotiva. Su carrera de publicaciones, que ya suma diez años y siete fantásticos poemarios, le ha ganado el respeto y admiración de una gran cantidad de seguidores en diversas regiones del mundo. El volumen Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche: poesía reunida (2014-2024) -el más reciente del sello Medusa Editores- reúne esos siete títulos en un solo espacio, otorgando así la posibilidad de un acceso completo a su poesía hasta la fecha. En una edición delicadamente trabajada junto con la autora, se presenta a una de las poetas más entrañables de la actualidad. Los poemas aquí incluidos forman parte de este trabajo.