ENTRE FRONTERAS 2025: UN SOÑADOR Y DOS ESPECTROS

 

por Javier Fernández

 

Anoche vi Errantes. Viaje a la memoria, de la compañía Onírico: Danza-Teatro del Gesto. Mi reseña es: amanecí con una mariposa metida en la manga. Asomé al espejo buscándola y hallé, rasurándose, al hombre que ya no es joven y se ilusiona con ser viejo, digamos incluso que ya lo es, aunque aún tenga baile en las venas y no haya firmado la rendición. La mariposa iba y venía por el reflejo como un sueño al que no se le ha puesto nombre.

  Comparto algunas estampas de lo visto anoche, no tanto para describir la obra sino para no perderla. Primero recordé el delgado travesaño que marcó el discurso lumínico. Una suerte de horizonte móvil, sencillo como una soga, cargado de voltaje y vitalidad, fruto del one night stand entre el neón y el sol. Desde ese travesaño, la coloración de la obra fue mutando del blanco marfil, con sensaciones de baño caliente, al amarillo tostado que remite a una silenciosa tormenta de arena.

  Palpé, más que recordé, las cortinas traslúcidas como solución coreográfica, ecosistema de un universo encantador, un juego de membranas, velámenes o portales, yo no sé.

   La trama de Errantes gira –me parece– en torno a los tormentos y las pérdidas de un hombre, y su proyección a otros dos. Empecemos por él: un hombre de edad, cubierto por una túnica, a quien llamaremos el Soñador. Su presencia es espléndida y elocuente. Domina el primer plano y se desdibuja con efecto casi mágico en el segundo, ralentizado entre el humo y la memoria. Asombroso cuando lo vemos, sugerente cuando lo suponemos.

  Frente a él, y escindidos de él, irrumpen dos individuos a quienes conviene tratar con pinzas. Son espectros concretos, de traje impecable, zapato negro y bombín. Se desenvuelven en silueta sólida y evocativa, como exiliados de un cuadro de René Magritte. Son dos y son uno. Espejean al Soñador. Lo emulan, lo ignoran. Gruñen y forcejean (del verbo struggle) en la frialdad de la vida urbana, distraídos por esto y aquello, más atentos al día-a-día que a la gente. Caminan sobre bloques de madera que colocan a sus pies para avanzar, como escalones vivos. Sus movimientos se endurecen, temerosos del derrumbe. El desencuentro entre el Soñador, atormentado como un hada, y los trajeados absortos en la prisa, es un acto poético brutal.

  En el trasfondo acústico hay sensaciones de pérdida. El soundtrack es delicado y minimal, a veces renuente, como los telares sonoros de Ryuichi Sakamoto y Hildur Guðnadóttir, atentos a lo que ya no está.

   El último tramo es una cumbre emocional, por la que aún me tiemblan los dedos. Uno de los bloques sobre los que caminaron –el más gris, el que más parecía un ladrillo– de pronto se abre. Era un libro. Y del libro salió vida: estampas vitales (distinguí árboles, escaleras y peces) en una hilera de páginas cortadas con tijera y suaje. De pronto, asoma un pequeño tren de juguete que en sus vagones porta una fuente de luz, una especie de faro ambulante. El tren pasa frente a nosotros y se superpone al libro abierto: las estampas recortadas se proyectan como un desfile de espíritus. El conjuro es memorable.

  Tras la ovación ampliamente merecida, queda un gusanito en el pecho. Esa casi lágrima con la que uno amanece al día siguiente, es decir, hoy, emergiendo del sueño como de un capullo. A estas alturas la mariposa se vuelve innecesaria.

   Celebro mucho esta obra escrita y dirigida por Gilberto González Guerra, de realización primorosa. Entre la memoria y la evocación, el anhelo y la cicatriz. Lo digo desde la ingenuidad, sin mucho conocimiento de causa. Los próximos días traeré un agradecimiento a flor de piel y un insecto de colores en las pupilas. ♠

 

Fotografías de Armando Ruiz

Javier Fernández (CDMX, 1971) es escritor y comunicólogo. Ha publicado en narrativa “Si tarda mucho mi ausencia” (1992), “Señora Krupps” (2010), “El estadio que naufragó” (2010) y “Seguir a los gansos” (2015), así como el poemario “Casi lluvia” (2019). Vive en Mexicali donde coordina la sala de lectura Viento Luminoso dedicada al cuento contemporáneo.

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