por Jorge Damián Méndez Lozano
Boquilla Negra es un colectivo de mosaico con sede en la capital bajacaliforniana. Durante los últimos cinco años se ha dedicado a elaborar diversas piezas artísticas bajo la técnica del mosaico contemporáneo en espacios públicos de Tijuana, Tecate, Ciudad de México y Mexicali. Su obra rinde un homenaje a cuestiones disímiles que van de los personajes de la cultura popular, al personal médico y de enfermería que luchó durante la pandemia, pasando por las fuerzas del orden público, las distintas problemáticas sociales y políticas de interés público, hasta aterrizar en íconos del cine y el deporte.
Dos de los integrantes más visibles de Boquilla Negra son el abogado Fernando Magdaleno, iniciador del proyecto, y Alejandro Ortega, mecánico automotriz y aficionado a los rompecabezas, quien en su momento fue alumno del colectivo y posteriormente se sumó como tallerista y realizador artístico del grupo. Con la finalidad de conocer algunas historias detrás de su trabajo, fueron entrevistados frente al mural de un mandala de su autoría realizado en Studio 36, una sala de tatuajes ubicada en la parte norte de Mexicali.
―¿Cómo surge el interés por la realización de mosaicos artísticos? ―le pregunto a Fernando Magdaleno, iniciador del proyecto.
―Por mi papá siempre he estado apegado al tema del artístico; él ha tenido sus revistas, ha sacado mapas cómicos de caricatura; ha trabajado murales, rótulos, dibujos al carbón y a mí me tocó crecer viendo eso. Tal vez pareciera algo simple, pero con mi papá aprendí sobre la triada del color o a hacer cosas como combinar un amarillo y un azul para que saliera verde, y otras cosas muy interesantes como usar las sombras, o sea, que si la luz venía de cierto ángulo la sombra debía estar hacia la izquierda o derecha o parte inferior.
Tengo una hija de 17 años que dibuja y ha ganado concursos, pero una vez quise ayudarle con un trabajo y me dijo que yo no sabía nada de arte y desde ahí tuve la espinita de buscar algo y me gustó el mosaico. Empecé a aprender el mosaico con talleres aquí en Mexicali. Después comencé a seguir a grupos, sobre todo en Latinoamérica; por ejemplo, de Chile tengo muy buena amistad con Mario Leyva, de Argentina con Paula. En Europa hay muy buenas instituciones como el maestro Zorrilla y en Cuernavaca está Miguel Ocampo, que se puede decir que está en el top tres del mundo. En México se conoce mucho el trabajo artístico que se hace en Zacatlán de la Manzanas, Puebla. En Mexicali creo que el auge tiene unos cinco años.
―¿Por qué el nombre de Boquilla Negra?
―(F) Es porque mis amigos y en mi trabajo me dicen Negro o Prieto, por sarcasmo, porque soy muy sarcástico. En la comunidad artística, por ejemplo, de Chile y Argentina, siempre está implícita la palabra mosaico o mosaico bonito o artístico y también la palabra arte, pero yo no quería poner la marca o distintivo. Un día no tenía boquilla para terminar un cuadro de una virgen que estaba haciendo y pensé en juntar las palabras boquilla y negro y así quedó; a la raza se le hizo chilo. Luego agregué la calavera [en el logotipo] que para mí es un tema de igualdad.
―Durante la pandemia, en 2020, realizaron un mural en el Hospital General de Mexicali dedicado al sector salud. ¿Cómo surgió el proyecto?
―(F) Ese fue el primer mural que hicimos y fue en la zona roja que estaba cerrada por los militares junto con toda la calle. Soy abogado, trabajo en el Poder Judicial, y durante la pandemia nos habían mandado a nuestras casas. Todo inició en una peda porque yo quería hacer un cuadro de mosaico a los doctores y aparte les quería donar agua y cubrebocas. Manuel, un compañero integrante de Boquilla Negra, propuso hacer un mural. Fui y hablé con el director del hospital, lo cual fue difícil porque en el hospital había personal trabajando, pero en salvar vidas y era un poco pendejo, lo admito, estar pidiendo un espacio cuando tenían temas más importantes. Cuando me entrevisté con el director tuve cinco minutos para hablar y me pidió que le llevara un escrito y un diseño, pero ya llevaba las dos cosas y sólo le dije que no iba a costarle nada y que sería un reconocimiento muy chingón. Lo hicimos y cuando se compartió en redes el video de lo que se había hecho hubo colegas, por ejemplo, de Argentina, que me preguntaron si podían replicar no tanto el mural, pero sí la temática. Otro colega de España, si no me equivoco, me escribió para decirme que había dejado de crear toda la pandemia porque había fallecido su mamá, pero que al ver lo que hicimos sintió motivación para seguir creando. También a la página de Facebook de Boquilla Negra nos mandaron mensajes de Qatar, Holanda, China. Nunca pensamos que el mural del COVID se fuera a replicar. Desde entonces cada año hacemos una actividad de labor social.
―En el Centro Histórico de Mexicali se encuentran dos murales que representan a dos personajes entrañables de la cultura popular local y nacional: el payaso Rorrito y Jorge “Maromero” Páez. ¿Por qué esos personajes?
―(F) Cuando hicimos el mural del COVID hubo gente que nos apoyó con donaciones de material y hasta con tacos y pizzas con la finalidad de que las rifáramos y de ahí obtuviéramos recursos. Alguien que siempre nos apoyó fue un camarada que es contratista llamado Julio César Padilla, a quien en retribución por el apoyo que siempre nos dio le prometí un cuadro de Rorrito; porque le gusta el personaje; ya antes le había hecho un cuadro de El borracho de la lotería mexicana. El asunto fue que me tardé mucho en hacerlo y le dije que mejor le haría un mural de Rorrito en el bar Bahía 33, pero como él lo estaba remodelando no se pudo y le pregunté si tenía problema en que lo hiciera en un lugar público. Al final encontramos un espacio y lo hicimos en el Centro Histórico de Mexicali con ayuda de las alumnas del taller; todo lo costeamos nosotros. Después la delegación del centro histórico nos buscó para hacer un mural a Jorge “Maromero” Páez. Y lo hicimos como un donativo de nosotros porque no cobramos lo que cobraríamos por un trabajo así.
―¿Cuál fue la impresión de Jorge “Maromero” al verse convertido en un mosaico? ―le pregunto a Alejandro.
―En la inauguración tuvimos la suerte de conocerlo y de dar un recorrido en la zona de la Chinesca mientras convivíamos con él. Con el mural quedó encantado, lo hicimos con la pose que más lo caracteriza: las manos con los guantes al lado de su cinturón de campeón y de su cuello cuelga una cadena que tiene una placa con su nombre. También hubo rueda de prensa y el carnal Cato se vistió con traje de novia y guantes de box, como alguna vez lo hizo el Maromero antes de subir al ring; la verdad quedó encantado.
―Parte de su trabajo tiene una línea que busca involucrar a la comunidad con los proyectos de mosaico de Boquilla Negra; pienso, por ejemplo, en los tres pares de alas de ángel realizadas en el fraccionamiento Ángeles del Puebla.
―(A) Para ese proyecto jalamos gente de la comunidad y fue un evento gratis. Nos tocó trabajar en una parte en donde había gente fumando y drogándose alrededor de los niños y nosotros. Al terminar el mural las personas nos agradecieron por lo que habíamos hecho, pero les dijimos que, al contrario, ellos lo habían hecho para ellos mismos para que se quedara en su comunidad; fue algo que hicieron en unión y convivencia.
(F) Hay un ejercicio que hacemos que se trata de que los participantes escriben al reverso de un pedazo de loseta algo que no les gusta y después ellos lo rompen y con esos pedazos en donde está escrito algo que no les gusta se hace el mosaico, pero tratamos de no leerlo, para no victimizar. En Ángeles del Puebla una niña como de 10 años, que iba con su hermanito de siete, nos dijo que ella quería decirnos qué había escrito. Nos dijo que había escrito que ya no quería que la amarrara su papá ni que le pegara a su mamá y a su hermano. Eso es parte de las sorpresas que no imaginamos; y muchos nos minimizan diciendo que somos los batitos que pegan losetas y espejitos. Esa vez hablamos con la inmobiliaria que nos había contratado y con seguridad pública para que nos atendiera, y sí fueron, pero sé si los niños fueron al DIF. Al final por medio del mosaico tratamos de dar un mejor momento y ayudar. Lo mismo pasó en el mural El Encuentro (2022), que hicimos en la Ciudad de México en el Centro Histórico. Una señora se acerca con su hijo y nos dice que son de escasos recursos y que los fines de semana es cuando le puede comprar a su hijo un raspado o una nieve porque solamente para eso le alcanzaba. Como dejamos que la gente se acercara a participar pegando piezas de relleno, a ella le dimos un pedazo de mosaico en donde ella le escribió a su marido que una semana atrás había fallecido de un paro cardiaco. Le escribió diciéndole que le agradecía por todo el amor. La señora comenzó a llorar porque con el ejercicio de escribir y pegar en el mural sentía que se había liberado del dolor que sentía. Fue algo que se me quedó muy grabado; hasta se me pone la piel chinita.
―Cerca de Ángeles del Puebla está el fraccionamiento Monarcas que junto a otros fraccionamientos forman una zona que se caracteriza por su alto índice de violencia. Ahí realizaron un mural de la caricatura Súper Campeones. ¿Cómo participaron los niños en ese proyecto?
― (A) Ese mosaico de los Súper Campeones está frente a un campo de futbol; para ese nos contrató una inmobiliaria que buscaba restaurar partes específicas de algunas colonias. Nos acercamos a la comunidad y le pedimos a los niños y sus familias que ellos hicieran el mural para que dejaran su marca ahí. Fueron los niños los que se acercaron y nos dijeron que ellos siempre jugaban ahí, pero que siempre había gente fumando y sí, había personas que estaban consumiendo estupefacientes. Estuvimos trabajando entre semana y los fines de semana. Recuerdo a un niño que tenía déficit de atención, era muy hiperactivo, y llegó la mamá para decirnos que desde que empezó a venir con nosotros y con los niños volvía a su casa más feliz, más tranquilo, más contento y pues le dijimos que siguiera yendo y que nosotros y entre todos lo cuidaríamos. Fueron los niños los que eligieron el tema de Súper Campeones; fueron como ocho o nueve niños los que lo hicieron.
―Realizaron un mural mosaico en el gimnasio Barras Pradera en CDMX, en donde su líder acuño la conocida frase “Sin miedo al éxito, papi”. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar ahí?
―(F) El compañero Manuel logró hablar con Paul Villafuerte, líder, y al principio el bato estaba medio mamón, pero le explicamos lo que queríamos hacer y le dijimos que era un reconocimiento por su trabajo. Nos explicó que muchas veces lo buscan para tratar de figurar, para grabar, hacer algo y sacar provecho propio. La historia de Paul es que estaba en pandillas y por pandillas pierde la pierna [por un balazo] y tocó fondo y dijo: “Ya no quiero esto”. Entonces junto con uno de sus amigos, que ya falleció, fundó Barras Pradera, en Naucalpan. Y no cobra nada, solamente pide que nada de drogas, alcohol; no vicio, no delincuencia, no maña. Y es una historia de éxito, ha estado en el congreso, en el senado y colaboró con una parodia en Netflix para promocionar la tercera temporada de Cobra Kai. Al final fue un reconocimiento a la gente que ha salido de la mierda y que ahorita está haciendo algo por la raza. Quedó muy agradecido. Ese mural lo hicimos junto con Alan Delpin, de Mexicali; Libre Gutiérrez, de Tijuana; y otros artistas como Mcfly y Ey3L.
―Revisando su archivo fotográfico en Facebook me llamaron particularmente la atención unas fotos de niños de CAHOVA [Casa Hogar para Varones Asociación Civil], que están usando máscaras de lucha libre durante una exposición.
―(F) Esa exposición estuvo curada. Reunimos a un conjunto de artistas, psicólogos y trabajadores sociales. Hay una ley que se llama los derechos de los niños, niñas y adolescentes: derecho a la salud, a la tecnología, a un sano esparcimiento; son 20 en total. Y en CAHOVA casualmente estaban 40 niños e hicimos grupos de dos y a cada par le tocó un derecho que debían plasmar. Entonces los artistas invitados ayudaron a los niños con el dibujo y después lo pasaron a mosaico. Por temas de protección de su identidad y de no revictimizarlos, porque vienen violentados, hicimos una actividad que combinamos con la cultura mexicana que se llamó Luchando por mis derechos. Los niños hicieron 20 cuadros y los expusieron en la Galería José García Arroyo y ese día ellos y nosotros usamos máscaras de luchador. Hay un cuadro colorido que realizamos con el nombre de CAHOVA en el que hicieron el ejercicio de escribir lo que no les gusta y después ellos rompían ese pedazo de loseta y así recogimos los sentimientos de los niños y con eso hicimos el cuadro. Tratábamos de no leer, pero hubo niños que querían decir lo que no les gustaba, como Carlitos, un niño de seis años que era el que piloteaba todo. Carlitos no sabía escribir, pero dibujó. Se dibujó a él y a Juanito peleando y también dibujó a una abeja que lo estaba picando; ahí lo que expresó es que no quería que lo volviera a picar una abeja ni quería seguir peleando con Juanito porque le caía bien y no le gustaba que pelearan. El tema de quebrar es el tema de soltar. El día de la expo llegamos en el camión de CAHOVA y se bajaron los niños con la camiseta de Boquilla Negra y con máscara de luchador, pero las sillas estaban ocupadas por políticos, funcionarios y empresarios que apoyan a CAHOVA. Tomamos el micrófono y les dijimos que no era por hacerlos menos, pero que los importantes eran los niños, así que de favor debían ponerse de pie y dejarles las sillas a los niños. Después se hizo una cena de gala y se subastaron los cuadros y se reunieron 250 mil pesos que fueron donados a CAHOVA; nosotros también donamos el material que se utilizó.
―En el mes de mayo 2025 se llevó a cabo una carne asada en el Centro Cívico de Mexicali, como una forma de protesta contra la actual gobernadora de Baja California, Marina del Pilar. Sobre esa manifestación días después ustedes realizaron un mural junto al artista Arturo Reyes “Derek”. ¿Cuál fue el objetivo?
―(F) Ese de la carnita asada fue para visibilizar lo que está pasando en Baja California. No tenemos nada contra la gobernadora; si hubiera sido gobernador o de otro partido como PAN, PRI o Movimiento Ciudadano, hubiéramos hecho lo mismo. Pero no puede ser que ella no pueda explicar por qué le quitaron la visa para cruzar a Estados Unidos; a ella y a su esposo Carlos Torres Torres, quien, además, sin estar en nómina, parece que puede manejar recursos públicos e incluso decidir a su criterio lo que es arte; está, por ejemplo, el monumento deforme de 23 metros, llamado Cocinero Chino. Otro ejemplo es el Monumento a El Caballo Blanco, que está en La Rumorosa [en el mirador del kilómetro 54, de la carretera descendente hacia Mexicali] que, si se compara con el Monumento a Los Pioneros, en el Centro Cívico de Mexicali, es una escultura de un caballo desproporcionada sobre todo del cuello, todo porque se le ocurrió dejarlo así a Carlos Torres Torres [promotor de la iniciativa], quien lo que buscaba era figurar en las próximas elecciones a pesar de estar ligado a varios delitos. Por todo eso se hizo una manifestación ciudadana y por eso le dije a mi compañero Alejandro que debíamos visibilizar eso dejándolo plasmado desde nuestra trinchera con lo que sabemos hacer que es el arte. Hicimos una publicación en donde preguntábamos quién podría facilitarnos una pared en un lugar transitado y nos respondieron tres personas. Todo lo hicimos como colectivo, participaron también las alumnas del taller y pusimos el nombre de todos los participantes. El mural tiene mosaico que son tres asadores y el resto es pintura realizada por el artista Derek, que se encargó de la parte visual.
―Fernando, hace un mes te vi participando de manera crítica en el Segundo Foro Ciudadano: “Cultura mexicalense, patrimonio y espacio público”, organizado por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma de Baja California. ¿De dónde surge este interés?
―Es un tema personal, aparte de que se trata de visibilizar lo que está pasando en la sociedad, porque no puedo entender cómo los políticos son tan ciegos a lo que uno dice. La gobernadora sale a decir que las preparatorias la siguen por TikTok y por Instagram, entonces, si ella hace una referencia a las redes sociales como algo positivo y algo representativo de la sociedad de Baja California y nos metemos a las redes sociales vemos que no es así, porque el común denominador de lo que opina la mayoría de los ciudadanos es que el Cocinero Chino es una burla y un meme. Yo no creo que una ciudad en México necesite un monumento de 23 metros, no es necesario por lo que se gasta y porque es dinero que se puede invertir en verdaderas necesidades, aparte de que es dinero que no se transparenta. Desde un inicio en Boquilla Negra hemos tratado de hacer crítica social y de visibilizar los problemas por medio del arte. La entrega del Cocinero Chino se ha retrasado cuatro veces, la última fue en marzo de este año. Creo que no puede ser posible que ese artista [artista tijuanense Óscar Ortega] represente el trabajo del artista porque nosotros no somos así. Ahorita estamos en un estudio de tatuajes, entonces, imagínate que un tatuador eleve de 5000 a 20,000 pesos el costo de su trabajo y que de cuatro sesiones después diga que serán 20 sesiones; un artista debe comprometerse a una fecha de entrega y a un precio; ese artista habla mal del gremio artístico. Como Boquilla Negra queremos ser un colectivo crítico de la sociedad.
Para conocer más de su trabajo y/o inscribirte a sus talleres:
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Fotografías del mismo entrevistador
Jorge Damián Méndez Lozano nació en Mexicali. Siente una profunda emoción por la noche, los excesos y la comida china consumida de madrugada en alguna fonda oriental de la capital bajacaliforniana, en donde, mientras mastica, escucha sin entender absolutamente nada el mandarín o cantonés en que se comunica el personal de la cocina. Ha colaborado en las revistas internacionales Vice, Munchies y Creators. Textos suyo han sido publicados en las revistas: Generación, Crónica Sonora, Animal Gourmet, Infobae, The Clinic, Vanguardia, UABC Radio, Erizo, Sin Embargo, Neotraba, Publímetro, Excélsior, Diez4, Semanario Contraseña, Debate, Periódico Central, W Radio, El Mexicano y Siete Días. Ha laborado como docente en la Universidad del Valle de México, en el área de humanidades.