Arriba, en el cielo, los satélites: el amor neurótico de John, la heroína y su
esposa que se entretiene cagando enjoyada. Porque en Coney Island pasa
de todo. Hay un tirano que finge ser coach y un joven cierra la herida del
padre yendo a entrenar.
Al voltear hacia atrás, se lee en un letrero “Masoquistas de grueso calibre
buscan rubia europea, de preferencia con voz de ultratumba”. Dicen que
la idea fue de Andy pero lo dudo, se me hace que fue Cale “el esteta” para
darle en su madre a Lou.
Su amistad con el artista pop rarito fue de altibajos; les enjaretó, valiéndole
madre, a Nico… sí, la chica fatal europea, y así nació el famoso banano.
Después Loaded, la pelea, disolución y cada uno a su respectiva chingada.
Cale, Paris 1919, Lou y el glam Transformer —producido junto con Bowie—
y vámonos por la senda salvaje a Berlin con Jim y Caroline hasta el culo
de oscuridad.
Volviendo a la Velvet. Fue un rempujón fugaz, cachondón. Pero el vulgo
le temía al cuero, a la idea de dormir miles de años; al látigo y su Venus
furiosa en pompeta
que lame la punta brillosa de la bota.
Y no olvidemos lo que escribió un periodista famoso y rockero en la
Rolling Stone: “Sí, muy pocos los escucharon. Pero de aquella profusa
minoría casi todos formaron una banda”.
*
Es momento de agenciarnos
un poco de arte.
Camina hacia allá, absorbe el cuadro
y no exhales hasta que mi compañero truene los dedos.
Evoca a la niña que juega a prostituirse
en la pared blanca,
y en un bosque de cuerpos estriados
—con prudencia— desterritorializa
su ecosistema nocturno
y bohemio.
Cuando termines, pon aquí el número
de tu MasterCard y un e-mail. Gracias
por colaborar en el próximo folletín
y bienvenido a nuestra honorable
A.C.
*
Difícil creer que el domingo es descanso
cuando los perros no dejan
de mear bicicletas
y los niños hurgan
en las entrañas del desayuno.
Siempre lo mismo, aburrido;
saludar, fingir rostro sereno,
trasladar el infierno hacia la parte más alejada del
ventanal.
Dejen a los héroes menores
en otra mesa, con su movimiento inmóvil
hasta las dos de la tarde. Y sin reojo
movilicen su máquina de guerra
y nada de malentendidos.
*
Nunca hables con un terminal
ni controles su gran sensibilidad
para alucinar
líneas negras pintadas de azul.
Recomiendo minucias de horror;
descubre el país que amaba
y fúndalo en el terreno más alejado
de la razón.
Hijo: no hables del cadenero
que libera al tiempo infinito;
le importa un comino al postrado:
la fantasía llega tarde.
–Álvaro Luquín
Álvaro Luquín (Guadalajara, 1984) es autor de los libros Praderas silenciosas (La Zonámbula, 2011), Blanco Sucio (Filodecaballos, 2013) y Panóptico (Bonobos, 2015). Estudió Artes Audiovisuales y Filosofía. Ha sido becario del programa de estímulos a la creación, Jalisco en los periodos 2011-2012 y 2016-2017 así como del FONCA, en el área de Jóvenes Creadores en el ciclo 2012-2013 y en 2017-2018.
Los textos aquí presentados corresponden a su nueva entrega titulada Grandes distancias, que aparecerá próximamente en la editorial Filodecaballos.