Esta noche me puedes llamar Vivian Chinaski

 

 

 

Hank, te cubrías el rostro con una mano
cuando llorabas como aún lo hace mi padre.
La melena se les curva en la nuca,
ambos tienen la barriga dura.
Y en sus miradas
una vergüenza disfrazada de nostalgia,
como la de las palomas bravías
cuando alguien les arroja migajas de pan en la calle,
como la mía cuando siento lástima por mí misma.

A veces es mi padre con sus lentes de sol,
y su cachucha el que alimenta a docenas
de palomas bravías en la plaza.
Todas las miradas en las migajas,
todas las risas malévolas del seudoamor,
y aún no me atrevo a mirarlo a los ojos.

 


BUKOWSKI, CHINASKI Y YO

Hank, esta noche me puedes llamar
Vivian Chinaski, siempre
me ha gustado la comida china.
En Mexicali, mi ciudad natal,
encontrarás un restaurante chino
en cada esquina. Los coolies fueron los verdaderos
pioneros y en el norte como buenos cobardes
linchamos y quemamos a cientos de ellos.
En el norte nunca se nos quitará lo salvaje.
Me reí cuando tu padre dijo:
“los chinos son de color amarillo
porque beben su orina”. En cambio yo
estoy bebiéndome el dinero en cerveza
y estoy segura de que no llegaré muy lejos.
Estoy envejeciendo por dentro,
mi corazón se está pudriendo.
No estoy enamorada de nadie.
No me corro con el hombre con el que estoy.
Mi casa nunca fue mi hogar,
para ellos estoy loca. De adolescente
me daban unas pastillas rojas
como chiltepín. Cuando pregunté para qué,
me contestaron: son para el cerebro.
Bukowski, mi corazón no es un pájaro azul.
Las mujeres aún somos tratadas como animales,
no importan los tiempos. Podría ser algún amigo, novio
o pudiste haber sido tú, el cabrón que me llame
puta en la cara seguido de un te quiero mucho.

 

—Vivian Sanchbraj

 

Vivian Sanchbraj (Mexicali, 1978), es una poeta que se forjó bilingüe en los últimos años. Sanchbraj ha estudiado diplomados de poesía en su ciudad naTal, en Yale University, Ucla; The Writer’s Studio y actualmente estudia una maestría en Spalding University. Sus poemas y ensayos han sido publicados en revistas literarias estadounidenses, colombianas y mexicanas. Publicó su primer poemario Octamadona a los dieciocho años y después de eso ha vivido en Estados Unidos, Europa y Asia. Ha sido editora para The Louisville Review y actualmente, además de cursar una maestría en poesía, trabaja en su primera novela.

Déjanos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*