Abro un diario que se llama la verdad
y me pregunto cuándo dejaré de estar triste por los otros
en el encabezado
una mujer ha muerto
a la vuelta de esta calle concurrida
en esa casa
en todos los tiempos
un hombre ha muerto, o mata o se ha matado
y se incendian las ciudades y los campos
y se siembra, por allá, sobre cenizas
un nuevo fruto
entre la tierra removida
aún sobre el calor
de las plantas quemadas
e igual nace
algo
que llega al mercado
y hierve sobre la olla
en lo más profundo de un edificio Viejo
¿por qué estas papas están sucias?
habrá preguntado el niño al verdulero
porque estaban enterradas
habrá sido la respuesta.
Sobre una mesa como esta
se sentará una familia como esa
se encenderá la radio
como un fósforo amplio
llenando el espacio.
El encabezado dirá que una mujer ha muerto
que alguien mata, ha muerto, o se han matado tantos cuerpos
que nadie recordará si en la nota se ha mencionado un nombre
se levantarán los platos
se lavarán con unas gotas de cloro las cazuelas
se tirará la comida que ha sobrado
si ha sobrado acaso algo
si alguien
no ha tenido hoy tanta hambre.
Lunes
Me despierto tarde
y siento que la mañana es ya un día perdido
tú vas con tu bici
entre las máquinas locas de la gente
como si mover el cuerpo ofendiera las ciudades
yo cierro los ojos
casi escuchando lo que quieres
pero no llueve
y el fin de semana está muy lejos
como el bosque
mi única certeza es este cuarto
pensar cómo se aísla el mundo al cerrar la ventana
el ruido pulcro de una hora que avanza
muy lento
me acompañan la demasiada luz que estas persianas no cubren
y el hambre y lo vacío
de esta línea vertical del mediodía.
La casa está tirada
pero a mí me duele todo
me cubro del frío con las cobijas
mientras espero que el mundo de los otros sea el nuestro:
un domingo infinito de aire
o que algo bello pase
como mirarte conmigo entrar a casa.
Fotografía:»Autorretrato», Julián Zepeda
Xel-Ha López Méndez (Guadalajara, 1991). Escribe y hace artes.