Movimientos conocidos
El compromiso
de ya no ser,
excede mis sueños
que poco te piden.
Rota, lista
casi célebre
miro tu rostro perderse
entre los marcos de la puerta,
donde no está tu mano.
Solo queda
un recoveco oscuro
de sombra arrebatada.
Un dolor exagerado.
Cerramos la puerta
y ahogados de palabras
morimos
como peces
con una expresión
de dolor
sutil
pero sin miedo.
Callamos
con los ojos abiertos
de mirar
lo que ya es
irremediablemente suficiente.
El latido muerto de unos pies
que no se atrevieron
a pisar el pasto.
Demasiado demasiado
En la profundidad
de este campo
sin césped
que nunca dejamos de ser
palabras
mezcladas
sin ser semillas
se repiten.
Las nuestras, las vuestras,
las tuyas
partes del cuerpo,
entes
en perfecto
estado de pánico.
Sobre esa tierra
en sutil reverencia
me inclino y escarbo,
busco mis palabras
con el amor del sembrador
que espera encontrar
vida creciendo entre cascotes
a pesar de conocer
la lluvia
y sus modos ausentes.
El dolor mínimo de las cosas
El cuerpo me sobra
por todos lados
como si quisiera
decirme que ya
es tiempo.
Solo queda
un silencio de gemidos
cotidianos como la piel
donde la vida sucede.
Los malos fantasmas
a veces
traen buenos recuerdos.
—Laura Macor
Fotografía de Armando Ruiz
Laura Macor es originaria de Córdoba, en Argentina. Creció en una colonia rural, y actualmente reside en Río Cuarto. Médica Veterinaria de profesión; Facilitadora de procesos de aprendizaje por vocación. Coach ontológico, docente, investigadora y biodanzante. Confía en la vida, lee en voz alta, y a veces escribe.
Publicó: Un mandala (2017) y La niña bajo la cama y otros lugares (2020), título del cual se desprenden estos poemas.