Paisajes efímeros

 

Fotografía y texto por

Susana Aparicio Lardiés

 

Cuando era pequeña, durante una larga temporada, viajaba de Huesca a Zaragoza (Aragón, España) cada dos semanas. Todos los viernes correspondientes, en la mañana muy temprano, me subía con mi padre al coche y partíamos. La distancia entre Huesca y Zaragoza no es muy grande, apenas 73 kilómetros, pero en aquella época el estado de la carretera y las vueltas que daba la misma nos hacía demorar alrededor de una hora en un viaje que a mí se me pasaba volando, observando cómo el paisaje se movía e iba cambiando tras la ventanilla.

  Creo que fue entonces cuando realmente me puse a observar conscientemente los cambios de luz en el paisaje según la estación del año y los momentos del día: la luz mortecina de la mañana, la niebla que sugería paisajes desconocidos, y fuera de nuestro alcance (algo que me fascinaba y lo sigue haciendo hoy en día), la cálida luz de la tarde, la lluvia que desdibujaba los contornos, las nubes cargadas de agua que dejaban pasar la luz a jirones, los reflejos en el agua, la nieve que lo cubría todo y reflejaba la luz de forma extraña haciendo que pareciera que se había detenido el tiempo.

  La luz, junto con el paisaje, puede llegar a generar entornos oníricos que están y no están, que cambian constantemente y te sumergen en otros mundos, a veces reales y tangibles, a veces borrosos pero siempre efímeros. Dejan una maravillosa sensación de lo que han sido y ponen de relieve la potencia que contiene el momento por suceder.

  A su vez, cada lugar tiene una luz propia que lo identifica. La luz holandesa es conocida a través de los grandes cuadros de Jacob van Ruysdael, Allaert Van Everdingen, Jan Hendrik Weissenbruch, Jacobus van Looy y una larga lista. En holandés licht (luz) y lucht (cielo, aire) son dos palabras que tan solo se diferencian por una vocal y, sin embargo, juntas, contienen, a mi modo de ver, todo lo que define un lugar, un acontecimiento, un momento tan definido como efímero.

  La serie Paisajes efímeros pretende capturar esa luz, ese momento transitorio que, para mí, tanto caracteriza a este país. Eterna contradicción.

 

 

 

Susana Aparicio Lardiés (Huesca, España; 1973) estudió Ingeniería especializada en Arquitectura y Urbanismo. En 2014 es cuando la fotografía comienza a jugar un papel más importante en la trayectoria de Aparicio Lardiés. Su obra ha sido seleccionada para concursos y exposiciones en España y Argentina, entre otros países. A partir del 2016 forma parte del Colectivo Visual Huesca (@visualhuesca). En 2018 se gradúa del Diplomado “Fotografía Social. La cámara como herramienta de investigación social” por la Universidad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, Argentina. Actualmente, vive en Haarlem, Holanda.

Puedes conocer más del trabajo de Susana en su sitio www.susanaapariciolardies.eu y en su IG @susana_aparicio_lardies

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