El arribo del Vaquero Soul

 

 

 

por Antonio León

 

Hablo con Juandaniel Osuna en una de las primeras tardes de la versión nacional de la pandemia. La gente de zonas desérticas practica la existencia en interiores, a punta de paletas de limón y cerveza fría de la que moja hasta las antenitas del alma. Este artista originario de Hermosillo, Sonora, ya está acostumbrado a cierto tipo de confinamiento: un encierro obligado por el verano de cuarentaicinco graditos a la sombra, que dura más de cinco meses.

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Conocí a Juandaniel Osuna en la coqueta Ciudad Juárez a principios del 2017. Era el sahuarito pelirrojo de la poesía sonorense: lo primero que me dijo es que sus dos nombres van unidos, que tiene un proyecto musical de folk norteño que se llama “Juandaniel es pegado” y que el norte rifa. Nos topamos en el aeropuerto de Tijuana en un éxodo medio huevonazo de norteños mudando de norte. Escritores de la frontera van a un festival de literatura de la Frontera en el que te preguntan tu visión de la frontera; recuerdo que no supe qué contestar. Juandaniel era el pequeño del grupo, de pinta adolescente pero, más bien, tragañitos. Poeta y cantante. Si reunimos lo de poeta y cantante suena como a Raphael o como a un tío que declama textos de Amado Nervo cuando se pone pedo en Navidad, acompañado de un amigo que toca la guitarra como Juan Penas. Pero en alguna de las fiestas alguien le picó las costillas para que cantara y de aquel muchachito brotó un chorronal de voz como para amansar una tormenta de chamizos en el desierto de Altar.

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Que ya no es poeta. O bueno, sí, pero ahora le pone más empeño a su faceta musical, que la tenía descuidada por andar en fiestas aburridas de escritores. Ahora veo sus historias de Instagram y la orografía de su habitación parece haber cambiado de registro: donde antes había guitarras acústicas y libros, ahora se ven interminables series de cosas con foquitos y programas de secuenciadores musicales. O algo así que no alcanzo a entender bien, porque en esta vida no se me ha dado ni tocar las maracas.

  Planea un libro pero también un proyecto nuevo: una encarnación musical que ha dejado de lado las guitarritas de madera y los aires de balada norteña. Tras escuchar lo más actual de su repertorio, una canción de tonadas souleras, de prosodia rapeada y gusto por el lado más azul de la música, le digo que se ha convertido en un Vaquero Soul; el nombre le hace gracia.

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Juandaniel Osuna es ahora Juan HelpMan; en el nombre lleva la razón social y el homenaje al gran poeta argentino. Sus letras denotan un gusto especial por los recovecos de la creación poética y la dotan de juegos de palabras, de quiebres en el lenguaje y un gozo por decir que siempre se agradece.

 (Memorizo una línea que habla de empatía y origami.)

  El avatar de Juan Helpman me brinda un improvisado tour a ras de cámara por su habitación: me muestra el monitor en el que ocurre la magia y me indica algo en las luces del ecualizador, sin que yo entienda gran cosa.

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La cuarentena continúa como una broma mal hecha. Somos testigos del surgimiento de programas culturales con nombres como Cultura desde la contingencia, Bailecitos modernos desde la encierritud o Poemas bajo llave que quieren salir. A Juandaniel parece irle de maravilla con la reclusión, con la idea de no tener otra cosa por hacer, además de crear. Presume su nuevo libro de poemas, Santo Tomás de aquí no soy, sube avances de nuevas canciones y denuncia irregularidades en pagos de Instituciones de Cultura. Lo veo ahí con sus juguetes y no se me ocurre pensar en alguien que se divierta más escribiendo canciones, llenándolas de homenajes a la música negra y deshebrándolas para dejarlas como machaca sonorense.

 

 

 

Aquí pueden conocer más de Juan HelpMan

 

 

Antonio León es un poeta nacido en Ensenada, Baja California. Reside en Mexicali desde 2014, donde se desarrolla como guionista y conductor para televisión y radio universitarios. Es editor de poesía en la revista El Septentrión y colaborador esporádico de noisey\vice, ha sido columnista del semanario Es lo cotidiano y actualmente desmenuza sus fijaciones en el blog Muerte por videoclip. Es autor de los libros Caricia del velocímetro, Busque caballos negros en otra parte (Pinosalados) y :ríos, dentro de la colección Ojo de Agua, editada por CETYS Universidad . En 2016 fue el ganador del Premio estatal de literatura (poesía) en Baja California con el libro El Impala rojo. En 2018 fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico en la categoría Creadores con trayectoria. Consomé de piraña (2020) editado por Carruaje de pájaros y el Instituto Sinaloense de Cultura es su libro más reciente.

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