Me impresiona mirar la sangre
que sube por la jeringa
me inmovilizo
dentro de la plaqueta de vidrio
que se colorea
mientras recupero la fuerza
por mirar
me impresiona cruzar puentes
no sé mantener la vista fija
en la otra orilla
demasiado lejos
siempre demasiado lejos
voy hipnotizada hacia
el borde
con la firme convicción
que nada ni nadie
podrá evitar
mi caída
con cada puente
reaparece
recurrente, remarcada
la pesadilla aquella
el auto de mi madre
una Dyane naranja
mi hermana y yo
sentadas atrás
veíamos pasar el paisaje
sin saber cómo
detener el auto que
caía hacia el río
especularmente
adentro y afuera
no sé cruzar puentes
de ningún tipo
cruzar del italiano al español
fue entonces, a los 15, sentir el abismo
atraerme hacia sí
quedarse sólo con las miradas
mudas
de una escena infinita
hoy paso
de uno a otro
nado
enfrento la corriente
sé
que estoy entrenada
sé
del río
de los vientos
puedo sentir
hasta cierto placer
al desvestirme
al sumergirme
pero la llegada
al otro lado
pone en riesgo mi cuerpo
que despacio
de vez en vez
se despoja de todo
movimiento estético
para asirse a lo necesario
dar brazadas efectivas
resistir
y en la otra orilla
la confusión
de un cuerpo cansado
la angustia
de la recién llegada
siempre siempre
recién llegada
de un lado
del otro
del curso del río.
—Vanna Andreini
Fotografía de Alicia Tsuchiya
Vanna Andreini (Padova, Italia, 1970) Es Licenciada en Letras (UBA), traductora y profesora de italiano. Publicó: Bruciate/Quemadas (Editorial Siesta,) Monterinc (Ediciones Vox, obtuvo un subsidio de la Fundación Antorchas), Sirenas en la cama (Ediciones Gog y Magog) y Salud Familiar (El ojo del Marmol, obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes). El poema que aquí presentamos está incluido en el libro Fatebenefratelli (Barnacle, 2020).