por Miguel De La Cruz
Despertaste con su garrilla en tu rostro, el gato estaba hambriento. Le temes a su naturaleza impredecible, sus ojos te intimidan. Este día hay reunión con las compañeras y los compañeros de la comunidad. Eres feliz. Vives en una camioneta, eso te convierte en un ser libre. Protagonizas una realidad postapocalíptica: aquí en el campamento producen sus propios recursos, viven del sol y del viento, no necesitan de la ciudad. La gente ríe, canta en las reuniones, lee poesía. Estás finalmente en casa.
Te escapaste, tratas de ser feliz, los aviones se ven desde aquí, te gustan los aviones, ya no puedes volar, eres libre por fin, aquí vas a aprender a nadar; llegaste, descubriste el cenote de la amistad, vas a extrañar las papas fritas, la sal escaldando tu lengua, vas a extrañar las luces de la ciudad, las amistades instantáneas en las líneas de espera, los atajos secretos en un día de tráfico, vas a extrañar las bandas nuevas tocando en bares improvisados, el olor a perfume en las tiendas, los libros huérfanos en las bancas de los parques, vas a extrañar los debates sin sentido.
Conseguiste agua de tercera mano. Aprendiste a lavar en el fregador, en La Granja de Soya se acostumbraba a lavar los atuendos una vez al mes. Anda el rumor que en unos años se convertirá en un área nudista, con el fin de reducir el consumo de agua. Nunca habías explorado tanto tus pantalones. En las bolsas encontraste rocas de río, caracoles, hojas secas. Querías encontrar algún billete del metro, una boquilla de cigarro, solo hay una cajetilla de cerillos húmedos con el escudo del último hotel que visitaste. No extrañas el ajetreo, ni las duchas en los días nevados. Tampoco el “Tree hugger” que te apodaban cuando expresabas tu opinión en los blogs.
Ya no es tan frecuente esa voz, la que te comanda rondar el agujero donde yacen los fusiles. Ya no los necesitas. Has cumplido. Aguardas pacientemente el atardecer. Los tonos violetas son tus favoritos. No hay tragedias en tu vida. Todo se reduce a tu camper, a cómo preparar tu comida, a reír, a contemplar la madre tierra. Tus días consisten en seguir aplaudiendo para que tus compañeros te deleiten con sus danzas y su teatro. Te gusta ese olor a zarzamora cuando sales a regar los frutos. Disfrutas de los pájaros cargándote de energía. Ya no tienes que escapar de la ciudad, vives en un Edén.
Aquí en el campamento juzgas a los otros, a los arrepentidos. A los que alguna vez jugaron con el otro equipo, a los que vendieron su alma, los que tienen su vida resuelta. Sabes que ellos tienen un plan “b”. Que este jardín sólo es temporal. Los demás no los juzgan, los apoyan. Les agradecen su presencia y su generosidad. En las reuniones juegas al investigador. Ya eliminaste los nombres de medio campamento. Sin embargo, la rubia Denisse, como también la pelirroja Tamara tienen el perfil. Son las infiltradas. Ellas están aquí en la granja investigando, estás seguro. El FBI las mandó para conocer más sobre el campamento, quieren medir el grado de peligrosidad del “culto”. Tu teoría es simple, los de afuera no soportan la felicidad del otro. Todo tiene que ser destruido. Así como destruyen las flores.
Nunca confesaste lo que hiciste. No tienen por qué enterarse de tu boleto de entrada. De cómo lo abandonaste todo, de cómo dejaste un tapete de cuerpos durante ese concierto de country. Todavía sientes orgullo por tu acometido: debajo de todos esos sombreros tejanos, asegurabas, había ideas de represión y derecha. Ellos, a los que mataste, querían seguir destruyendo al planeta, lo tienes claro. No quieres que tus nuevos amigos sepan lo que tú has contribuido para la causa. Deseas que tus buenas acciones queden en el anonimato.
Miguel De La Cruz (El Paso Texas, 1984) es un hijo de la frontera, creció en Ciudad Juárez y El Paso TX, actualmente reside en Las Cruces Nuevo México. En el 2020 apareció su poesía en la antología Jardín de figuras abiertas (Bitácoras de vuelos ediciones). En el 2019 publicó el libro de micro-ficciones El Vestido de la Reina Kitsch (Santa Fe Nuevo México: Brown Buffalo Press). En el 2013, publicó su primer libro de micro-ficciones Memorias de un Camaleón (Las Cruces Nuevo México: Arenas Blancas). Su trabajo aparece en diferentes revistas literarias como: Arenas Blancas de la Universidad Estatal de Nuevo México, Zona de Carga de la Universidad de Wisconsin-Madison y en antologías como: Al este del Arcoíris (New Jersey, 2011). Es vicepresidente de la New Mexico Book Association (NMBA). Actualmente colabora en la revista literaria https://www.liberoamerica.com. Administra el blog https://www.mikaildelacroix.com.