El paisaje más bello

 

 

AMBUQUÍ

Entre las columnas dislocadas de la parroquia
vibran tuna y eucalipto como canto o luz en retirada

 

Llueve diario
el viento agita
las ventanas del pueblo
se escucha su andanza
entre el sonido bofo del adobe

 

Nos acercamos al pueblo
siendo animales que desean
espulgar el frío

 

Las nubes rasgan el campo
surcan grietas en la sombra

 

Nuestros huesos
apenas una sustancia
donde embute el agua del mundo

 

Los niños señalan desde la otra calle
apuntan hacia nosotros
observan sobre la moto
el parco bulto que llamamos nuestras cosas

 

Uno de ellos se acerca
pregunta si en nuestro país se usan pantalones rotos
como los nuestros

 

Ve con gracia el desgaste
los zapatos sin suela
la galaxia de lodo en el motor

 

la carpa húmeda situada al centro del salón
donde
según nos dicen
velan a los muertos

 

Despertamos hambrientos ya sin frío

 

alrededor de la plaza hay niños que patean una ciénega de luz
que apuestan día a día la cantidad de sol que les corresponde

 

Un par de niñas toman nuestras manos
nos guían por rincones del pueblo
que improvisan el apetito

 

Pollo frito
arroz blanco
néctar

 

 

Las cocineras
danzan entre sartenes
sacuden el tizne de su jornada
entonan las fragancias del aire

 

Luego bromean con los clientes
se despiden diciendo
que anotarán el cobro
en la lista de morosos

 

Hemos de admirar en ellas
la danza de las articulaciones
el reflejo del fuego en sus ojos oscuros
la distintiva forma de distraer el hambre mientras trabajan

 

 

Años atrás
sonreímos ante la idea de ser extranjeros
imaginamos sitios omisos en el mapa
nuestros rostros conociendo pasillos impróvidos

 

Hoy somos

dos extranjeros
que acaso se reconocen
como uno más de estos niños hambrientos

 

EL PAISAJE MÁS BELLO

Avanzamos despacio sobre la carretera
buscando al atardecer un sitio para pasar la noche

 

nos rodeamos de campo buscando territorios
que respondan nuestras dudas
que aclaren todo

 

Diariamente entre los dos
elegimos habitar el paisaje
según la corriente de aire
la caída del agua
el cansancio
la seguridad
las piedras

 

Me has preguntado cuál ha sido mi paisaje favorito
y no resuelvo al fin
describir el olor de qué arcilla
la espuma de dónde
el verde más verde
que dé respuesta

 

Algo descompuesto de origen
mutilado en mí
me tira al frente a buscar otro sitio
me reprime elegir uno preciso
abandonarme a las posibilidades
despeñarme en lo que tengo de nativo

 

De algún modo viajo para eludir

 

Dime tú
si no es cierto
que ese es el paisaje más bello

 

aquel que no podemos alojar
o infectar con el juicio
la verdad más pura
el domicilio al que aspiramos llegar

OFRENDA

Sé que estás al sur
que al fondo del pasillo ya no hay lamento
que la historia ha elevado
pilas de cal de por medio
días amargos de mutismo
horas altas de fatiga

 

Sé que en la oscuridad
algo en tus cosas se refracta

 

Que esa luz incide en desviaciones
cae sobre los muebles
se inclina
pretende alcanzar sitios
que nunca ha tocado

 

Sé que en las páginas del diario
hallaremos las noticias de siempre
titulares y fotografías efectistas
muerte
Sobradamente sé
que repetimos
el círculo
el círculo
el incansable círculo de pasos eternos
el callejón de súplicas que forman la noche

 

Sé que nosotros
replicamos tu tristeza
el sitio donde el albor dejó su inventario inconcluso

 

Oh padre
huérfano de música
sangre y ardor de mis muñones
hijo de la costilla abierta de mi madre

 

Mira este manantial que traigo
el oasis hermoso
que hidrata las cenizas de tu urna

 

Lo he traído desde mi casa para ti
lo he cargado en mis corvas para entregártelo

 

Toma este día
la alcurnia de mi amor
llévala en tu bolso diminuto
cuando las nubes amenacen tu cabello
cuando la muerte agote el último recuerdo

 

Recibe en tu pecho
este mar de palabras que traigo
esta horda de ciegos
que dirigen los ojos a la espuma

 

En esta casa imposible
habré sembrado el primer ladrillo
lejos de la vergüenza
de los pilares del miedo
del asco sobre la mesa
del ruido de las esquinas inalcanzables de los muebles

 

Es en esta casa imposible
donde he dejado abiertas las ventanas y puertas
para que te visiten los que te olvidaron

Fotografía del autor

Carlos Alberto Rodríguez (Mexicali, Baja California, 1988). Es Licenciado en Derecho y Maestro en Derecho Constitucional y Amparo, ganador del Certamen Literario Pedro F. Pérez y Ramírez, 2011, en el género de narrativa histórica. En 2015, fue becario de poesía del festival de cultura Interfaz y en 2018 acreedor del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) de Baja California en la especialidad de ensayo en la categoría de Jóvenes Creadores. Ha participado como autor, moderador y presentador en ferias del libro y encuentros de literatura de Baja California, y colaborado con poemas y artículos en diversos medios digitales e impresos dedicados a la literatura, el arte y la cultura. En 2021 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana, convocado por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana con la obra Correo del fin del mundo, de la cual se extraen los poemas aquí presentados.

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