ADD
Nunca me gustó hacer tareas,
planas de letras para mejorar la caligrafía,
recortar figuras geométricas
seguir las líneas unir los puntos
María José, no te salgas de la línea.
Desde que tengo memoria,
me he salido de la línea
del margen, del camino, me desbordo,
no me caben los senos en la talla extra,
la ternura me toca hasta las lágrimas,
comparto estrías con las amantes.
Nunca me gustó hacer tareas,
a mi hermana sí,
madre no me dejaba salir temprano a jugar, porque hacer tarea:
las capitales de los estados, caligrafía, caligrafía, caligrafía.
Vannia, mi vecina, dos años más grande que yo,
solo un hoyuelo en la mejilla izquierda,
me miraba desde la reja,
barrotes blanco, azul, blanco, azul, blanco, azulblanco
se asoma, un guiño, ojos grandes, cicatriz a mitad de la ceja,
yo, manos sudorosas, déficit de atención.
Acabé la tarea mamá.
Juntas en el árbol que una extraña plaga secó,
la ternura de la infancia,
el primer beso.
La vida es una gran ola, que me inunda.
La psiquiatra dice que con esto,
dejaré de llorar a diario,
podré recortar las figuras,
podré concentrarme, y hacer la tarea como lo normal.
En estos días de adultez involuntaria
en los que me pregunto sobre la normalidad
y cada vez me siento más lejana de la letra bonita, y me escribo en los desbordes,
deseo que Vannia me venga a buscar y ya no hacer tareas.
Sal de mangle
Ahora pienso que está bien sentirse triste y masturbarse,
como tú habías dicho.
Está bien aunque me venga llorando porque sólo me llegan imágenes de nosotras.
Llorar en los bares con las amigas,
en los cafés y en el aeropuerto.
Está bien llorar aunque sea en lugares comunes
y aunque la gente mire.
Mi flor blanca es sensible,
tal vez deba aguantar hasta llegar a un baño y llorar.
Pero no, llorar en el baño, también es un lugar común,
prefiero llorar en los raspados de tu infancia,
los que están a unas cuadras de la casa
donde trepabas y tomabas sombra en las ramas de un tamarindo.
Escribo esto y llueve,
llorar bajo la lluvia, también es muy de Hollywood.
Estoy llorando en mi recámara y escucho llover.
Deseo estar empapada y revuelta
como la tierra en el comienzo de un huracán, algo, lo que sea que mate mi corazón de mangle.
Estoy cansada del amor que tengo a tu océano
y que no te pueda guardar rencor.
La sal rasga mis mejillas,
todo lo que atraviesa mi cuerpo de estuario fluye
en agua dulce donde hay algas y tiburones.
Legión
En los pasillos de las universidades,
las taquerías y el teatro
En el bar El Pirata y la veterinaria
/hay lesbianas.
En el muelle y en la ochenta y nueve,
en el borde del borde,
bajo el puente del boulevard,
en las bibliotecas y el concierto
/hay lesbianas.
Bajo la sombra de la jacaranda,
donde el convento
amasando corundas
y en las cuevas
/hay lesbianas.
En el cofre de la norma,
con trajes de angustia,
en el armario de la abuela,
en los panteones y la cárcel
/hay lesbianas.
En el asombro de la palabra,
en los hospitales y geriátricos
donde habitan las mariposas
y hacen su guarida las termitas
/hay lesbianas.
En la palabra resistencia
hay lesbianas.
Fotografía de Alicia Tsuchiya
María José VM (1992). Geminiana y ratón curioso, investigadora en las Ciencias Ambientales, poeta transfronteriza y exhibicionista freelancer. Actualmente reside en territorio Kumiai ocupado por el narco-estado-nación Tijuana. Algunos de sus poemas se han publicado en diversas revistas como Rojo Siena, Enchiridion, Saltapatrás, Hysteria, La sublime lenchitud y en la muestra de poesía lésbica mexicana: Versas y Diversas (2020). Ha colaborado con el Archivo de Escritoras y sus videopoemas. Junto con su manada ha gestionado diversos festivales de artes y ciencias en la península.