yo quiero ser la girl with the most cake

 

 

cuando iba a la escuela en Olympia

peleas de gallos de la manicura gore en Olympia, finales de fiesta.
tu mentira y la mía sacando a flote el semestre de las hinchazones,
el cárcamo fiero en que intentamos ahogarnos —pero no— las caras
de Bélmez, o como llames ahora a los dibujos de la zafra en que no
fuimos requeridas, pero colaboramos y en la campaña nacional de
alfabetización salimos sobrando. la a, la i, su territorio aburrido rico
en vanguardias europeas a las que no tuvimos acceso mi amor, niño
mío de caramelo paupérrimo, porque tú
:
jirafa negra de la huasteca filipina, bailadora en trapecio helicoidal
de tan menos y aquí la patria que da pena ajena, bandera modesta
poco bordado, poca tela de cebolla, poco tafetán, mucho dolor en
la voluntad y su cadera de cobre que la madre catadora en caídas,
las manos de varias horas en la over, cover y sencilla. mucho salero.
de tan menos al recordar la clase de escritura creativa y el tormento
(verso medido) si no, no existes y el grito del viejillo jitanjáforo que
era tu maestro

tú nunca fuiste al timbre quejumbroso de los matones de Olympia
porque te conozco
:
habrías llegado en una bronco pintada de sangre fucsia, con la fuerza
de pelar esta ciudad por la punta, también unas patadas a quienes
me vejaron en canal. completita me dijeron, sin páramos del cuerpo
para visitar, en facilidades y desnuda, los abonos de estar más sola
que nunca en aquella hectárea

Courtney, no estabas en Olympia, pero gritaste en una canción libre
de uniformes de momia, no viniste a la fiesta de aporrear en flecos
de bailar con pantalones a la cadera y blusas de manto piramidal
siempre con flores, mis amigas que no, nada, pero igual mueven
las manos como desperladeros o minas romanas o cuevas de casa
de mi abuela —Caborca, Sonora— ahora se bajan de los Mitsubishi
con la pierna erecta entaconada adiamantada emperifollada y no
lo traen a la conversación,
pero ahora pierden mucho más

—habrías amado el perreo, Courtney, las bocinas que ladran, la pelea
rumbo a las piletas en que se pierden el asco las comadres que nadie
dijo. tu álbum hasta el infinito, incluso durante el sueño. de esófagos
y mordidas de colmillos ganados a la selva o dices: EQUIVOCACIÓN,
EQUIVOCACIÓN, la gente tomó la cita de pinterest: Beckett, creo. de
una vez el desierto en el que eres mística porque aquí una gata pero
allá mujer pantera, abanicos de rugir y, al fondo de la fiesta, el botón
en que todo vuelve a empezar

 

 

yo quiero ser la girl with the most cake

yo quiero ser la wonder woman
de las siete maravillas
del mundo antiguo

yo quiero ser la chica hosca de la canción de Fiona Apple,
y que no molesten
y que no estén chingando

yo quiero ser Wendy Carlos,
observar el eco en colores decontracturantes

yo quiero ser prima hermana,
después hermana de mis amigas,
también bala perdida
pero también Barbie chola

yo quiero ser Stevie Nicks saliendo del closet de las brujas
yo quiero ser logaritma, plenilunia, gimnosperma,
experimenta exitosa en la que guindan las hadas,
perrita de luz al centro
y salseadora de vidas y destinos

yo quiero ser la flama de herrería,
cautín de no parpadeo a las 2 de la mañana

yo quiero ser PJ Harvey, también quiero ser Lucha Villa

yo quiero ser guionista, estafadora del turismo,
generadora de hilos y asesina de trenes del mame

yo quiero ser brujolacta, mentirona y que soporten

yo quiero ser ebanista, operadora de lagunas,
gata que se ha mudado al otro lado de la lluvia

yo quiero ser la que trae la llave de la licorería,
la que ignora todos los semáforos,
la Nancy Downs que burló el encierro

yo quiero ser la que dice
:
el after en mi casa, la fiesta en mi patio
el tema es la hemorragia de ningún suplicio
abran la música de los grifos
en los que iba el agua
antes porque ya nunca

yo quiero ser Daniela Romo cantando Mentiras,
compañera de friso de Nellie Campobello
y cortar cartucho juntas

Siouxie Sioux en patadas caprinas,
Marsha P. Johnson con el fuego en altas,
Sinéad O’Connor en la oficina mundial de romper fotografías
de líderes religiosos,
Ella Fitzgerald de fiesta con Marilyn
en un cabaret

yo quiero ser la que corre en chinga en los thundercats
o daga pértiga cualquier cosa
con piernas para huir hacia el frente
con todo menos miedo a los golpes

yo quiero ser Dorothy Dandridge con vestido de seda

yo quiero ser la que daba becas a las otras niñas
cuando jugábamos a los oficios

yo quiero ser bailarín cuando jugábamos a los oficios

yo quiero ser un manto azul que desciende sobre mis amigas
cuando duermen de borrachas
y hace frío

yo quiero ser Frances Farmer

yo quiero ser la ranura del cielo
una noche en que bailemos hasta las nunca

 

 

reina madre

el pasado jura su origen en una caja de plomo

la atmósfera interior es un verano conocido y
ruin por el parentesco a una pesadilla griega

en aquella fui otra vez un desecho pasado por
aguas del salitral y no reconocí a la bruja que
se encarga de traer paquetes de comida rápida.

lomos como tu marido dice, el mundo, partidas
presupuestales en el área de cultura del expolio
me recuerdan
:
que los zapatos betunados olvidé en un charco
durante la lluvia, estuvo la lente más cerca de
los recuerdos

tomas inéditas −la miseria− algún cineasta indie:
tomas nunca antes vistas del barranco en el que
jugamos durante la niñez

los poros del rostro la miseria −ay, pobrecitas mías
todas nosotras pues, en el carrusel de opresiones

la reina madre no decidió irse a la casa con lago
mientras la mirábamos por televisión, nosotras
nos lijamos las rodillas en la tierra pestilente de
las parcelas, pero nunca tuvimos raspones contra
las paredes del Balmoral, ni calzamos sus perros
al escapar aullando de las pedradas de escolares
jadeantes.

es el verano de mi pesadilla: volví a llorar en salas-
comedor, a traer las riquezas de palacio a mi madre

algunos amigos me informaron que ellos tuvieron
el mismo sentimiento de resucitar a la otra, traer
corriendo a la abuela para que también escuchara
los pájaros de aquella plaza, viera una mansión de
hace cien
o doscientos años

que su bienestar no fuera quedarse quieta y dura
acudiese a hospitales en que no la pueden atender
pero ahora sí
:
fuerte como un huracán de la tercera edad, dulce
en las manos que usa para reconocernos el rostro

o el abuelo −que le devuelvan la piedra del catering
que amaba, que mi padre recupere la pierna hosca
de la diabetes, el remedio rápido para la ausencia
en la que nos culparan a todos por perder la salud
con la que nacimos

Antonio León. Maneadero, Baja California. Poeta y cronista. Es editor de poesía en la revista El Septentrión y autor de los libros Busque caballos negros en otra parte (2015) :ríos (2017), Consomé de Piraña (2019) y Drowner (2021). En 2016 fue el ganador del Premio Estatal de Literatura de Baja California, en la categoría de poesía, con el libro El Impala rojo. En 2018 fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en la categoría Creadores con Trayectoria. Actualmente se desarrolla en el ámbito de la promoción de la lectura y promoción cultural universitaria. Es integrante del equipo organizador del encuentro Tiempo de Literatura, en Mexicali. Cuaderno de Courtney Love (y otros poemas), editado por pinos alados ediciones, es su libro más reciente.

Déjanos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*