Nosotros

 

por Alberto Villaescusa

 

 

(Us; Jordan Peele, 2019)

Pocas historias de éxito se comparan con la de ¡Huye!, el debut detrás de cámaras del comediante Jordan Peele, que costó menos de cinco millones de dólares, recaudó más de doscientos cincuenta millones alrededor del mundo, se convirtió en una de las favoritas de la crítica, y le valió un Oscar a Mejor Guion Original (y una nominación a Mejor Director). ¡Huye! confirmó a Peele como un director talentoso, pero para consagrarlo como autor sería necesario esperar por lo menos su segunda película. Cabe mencionar que, más que habilidad, lo que caracteriza a un autor es una unión de temas, imágenes y estilo que no dejan duda de que el director es la principal fuerza creativa detrás de lo que vemos en pantalla.

   Nosotros, escrita, dirigida y coproducida por Peele, triunfa en este aspecto porque luce como una película que sólo la persona detrás de ¡Huye! pudo haber hecho. Comparte con ella su mezcla de horror con toques de comedia y un comentario social que va más allá de las simples dinámicas con que Hollywood suele tratar el racismo. Es ambiciosa y preciosa en un nivel técnico, quizá aún más que su predecesor. Las tomas se extienden por más tiempo, la cámara se mueve con más audacia y el sonido se apoya más en el ambiente que en los anónimos ruidos que inundan el cine de terror. No es tan concisa o efectiva como ¡Huye!, pero ese desorden que se siente ocasionalmente es señal de un director extendiendo sus músculos, con un hambre que en el futuro seguramente lo llevarán a superar su brillante debut.

  Evidencias de su habilidad y propósito se notan desde el principio, en el gradual sentimiento de incomodidad que construye aun cuando no sucede nada fuera de lo ordinario. Nosotros abre con una familia afroamericana encabezada por Adelaide (Lupita Nyong’o) y Gabe Wilson (Winston Duke) que va de vacaciones a su casa del lago en Santa Cruz con sus dos hijos Zora (Shahadi Wright Joseph) y Jason (Evan Alex). Gabe quiere ir a la playa, pero a Adelaide le aterra la idea, pues de niña sufrió un evento traumático en ese mismo lugar. El trauma como catalizador de una película de terror no es nada nuevo, pero lo que hace que el de Adelaide se sienta personal y realista es que la dirección de Peele nos hace identificarnos con su sentir, y cómo ella, más que explotar, trata de mantenerlo escondido y negociarlo con su familia.

  Intercalado con la escena de la familia que llega a la playa vemos imágenes de Adelaide en 1986 cuando, paseando con sus padres en el muelle de Santa Cruz, deambuló dentro de un salón de espejos y, según le cuenta a Gabe, se encontró con una niña que lucía exactamente como ella. Su esposo, por supuesto, piensa que esto es absurdo hasta que, a la mitad de la noche, su casa es invadida por una familia vestida en trajes rojos de cuerpo completo. Fuera de que ninguno de ellos habla y que el niño cuenta con una deformación facial, la familia es una versión espejo de los Wilson. En un perturbador monólogo recitado en una voz quebrada y forzada (una decisión creativa que le ha merecido críticas por parte de grupos de personas con discapacidades), la doble de Adelaide explica cómo ella y el resto de los “Atados”, después de años de vivir debajo de la tierra en condiciones deplorables, decidieron tomar el lugar de sus equivalentes en la superficie a como diera lugar.

  La situación, aunque fantástica, puede interpretarse como una metáfora para problemas sociales del mundo real. El guión de Peele nunca es lo suficientemente explícito para sugerir una única lectura, lo que hace a la película una experiencia más rica. Una de ellas puede partir de que la dinámica entre los Wilson y sus dobles de alguna manera hace eco a la que existe entre los Wilson y sus amigos blancos Kitty (Elisabeth Moss) y Josh Tyler (Tim Heidecker). Aunque Adelaide y Gabe no tienen planes de asesinarlos para tomar su lugar, la casa del lago y el bote que palidece en comparación con la de los Tyler indican que aspiran a una vida como la de esta familia blanca más afluente. 

  Llama la atención que el universo de Nosotros esté planteado en términos de la lucha de clases y la opresión racista. Una idea clave es que la vida de los habitantes del subterráneo y la superficie están inevitablemente ligadas; se nos dice que los dos cuerpos de cada individuo comparten un alma en común. La prosperidad de los Wilson está literalmente construida sobre el sufrimiento invisible de otros.

  Una capa adicional es la invocación de Hands Across America, un evento de caridad organizado en Estados Unidos en 1986 en el que millones de estadounidenses formaron  una cadena humana a lo largo del país para recaudar dinero en apoyo de la hambruna y las personas en situación de calle. Fue un gesto más simbólico que efectivo, recaudando, después de costos de operación 35 millones menos que su meta de 50 millones de dólares. Aunque una acción concebida para llamar atención a una problemática, el evento fue utilizado (y gracias a Jason Bailey de Vulture por señalarlo) por el presidente Ronald Reagan para esconder el recorte de apoyo a programas para combatir la pobreza en el presupuesto federal.

   Peele defiende su título de autor construyendo una película en la que cada detalle parece cuidadosamente considerado en un nivel de lo que tiene qué decir. Ideas presentes en ¡Huye!, como las conspiraciones siniestras, los clínicos espacios claustrofóbicos y el que el día a día de la familia negra los prepara mejor para una película de terror, vuelven a aparecer con ricas variaciones. Y sin embargo, es probable que Nosotros funcione mejor como comentario político que como película de terror. Aunque la premisa es aterradora en un nivel existencial y práctico, Peele diluye mucho de su impacto y suspenso entrecortando con mucha frecuencia entre sus numerosos personajes que se mantienen separados por una buena parte de la película. 

  Se puede argumentar que la trama no tiene sentido en un nivel práctico. Entre más lo pienso, más me cuestiono ciertos detalles. Pero estos problemas, si he de ser honesto, no se me ocurrieron mientras la película transcurría. ¿Es justo decir que Nosotros tiene agujeros en la trama? Quizá. Pero enfocarse en ellos sería pasar por alto el mensaje alegórico que Peele trata de comunicar y los audaces recursos técnicos como el uso de tomas con dioptría dividida (una técnica en la que dos objetos en la pantalla a distintas profundidades pueden mantenerse enfocados) y la decisión de retratar una de las escenas más dramáticas de su protagonista mostrando sólo su reflejo en una ventana. Como Alfred Hitchcock y su discípulo Brian De Palma, Nosotros es una muestra del poder del cine para pasar por encima de la lógica y meterse a nuestros miedos más profundos, en un nivel puramente visceral. 

★★★★

 

Para leer más reseñas del autor, aquí su blog: https://pegadoalabutaca.wordpress.com

Alberto Villaescusa Rico (Ensenada) Estudiante de comunicación que de alguna forma se tropezó dentro de una carrera semi-formal como crítico de cine. Propietario del blog Pegado a la butaca. Colaborador en Esquina del Cine y Radio Fórmula Tijuana

Déjanos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*