Spider-Man: Lejos de casa

 

 

por Alberto Villaescusa

 

 

(Spider-Man: Far From Home; Jon Watts, 2019)

La más reciente encarnación de Spider-Man, afiliada al universo cinematográfico de Marvel, ha tenido mucho a su favor, particularmente un estudio con verdadero afecto por el personaje y un actor que balancea las virtudes de las interpretaciones previas y se acomoda hábilmente a Spider-Man como a Peter Parker, su alter ego nerd adolescente. Pero una decisión menos acertada, y el pecado original para esta versión del superhéroe, ha sido la de hacerlo el pupilo de Tony Stark/Iron Man, el líder de los Avengers.

  Este emparejamiento tiene algo de sentido: tanto Tony como Peter tienen dotes de genio ingenieril y tendencias antisociales, y Tom Holland y Robert Downey Jr. han demostrado tener química juntos; si el manipulador y artificial final de Avengers: Infinity War logra evocar un poco de emoción es gracias a ese pequeño momento que comparten los dos. No obstante, piedras angulares del personaje, algo en lo que las películas de Sam Raimi y la genial animación del diciembre pasado Spider-Man: Un nuevo universo hicieron especial énfasis, fueron su necesidad económica y sus lazos a su vecindario en Nueva York. Hacer del “amigable Spider-Man del vecindario” el protegido de un multimillonario egocéntrico remueve una de las mayores razones para identificarse con él. 

   La sombra de Tony Stark flota constantemente sobre la segunda aventura en solitario de este Spider-Man. Situada casi inmediatamente después de los eventos de Avengers: EndgameSpider-Man: Lejos de casa está plagada de recordatorios de su heroico sacrificio. Desde un cursi tributo en el noticiero escolar del bachillerato de Peter Parker, a arte callejero con el rostro del Iron-Man, la película no quiere que olvidemos el vacío que su muerte provocó alrededor del mundo. Pocos sufren su ausencia más que Peter, quien se siente presionado a continuar su legado, pero no desea nada con más ganas que tener una adolescencia normal. 

  Peter está enamorado de su compañera MJ (Zendaya) y quiere aprovechar un muy conveniente viaje escolar a Europa para decirle lo que siente. Pero las cosas no son tan simples. Tan pronto como llegan a Venecia y sus canales, Peter y su comitiva escolar se encuentran en medio del camino de destrucción de los Elementales, criaturas sobrenaturales de agua, fuego, tierra y aire llegadas de otra dimensión. Los únicos capaces de (o disponibles para) detenerlos son Spider-Man y Quentin Beck/Mysterio (Jake Gyllenhaal), un guerrero con una trágica historia de fondo desplazado de una Tierra paralela.

   Quizá porque los poderes de su protagonista involucran proezas de fuerza y agilidad (en lugar de magia o tecnología indistinguible de la magia, como los demás superhéroes de este universo), las secuencias de acción de Lejos de casa se colocan fácilmente por encima del estándar de la franquicia. Su ambientación en Europa, en lugar de en las estériles localidades de la típica película de Marvel, en conjunto con la música de Michael Giacchino con sus ocasionales acentos de harpa, contribuyen a que se sientan siempre aterrizadas y a ratos verdaderamente deslumbrantes.

    El humor, para bien o para mal, siempre ha sido uno de los ingredientes principales de una película de Marvel. Uno de los aciertos de su predecesor, Spider-Man: De regreso a casa, fue el de adaptar las convenciones de la comedia adolescente ochentera al género de superhéroes, y Lejos de casa continúa esta idea emparejando a Ned, el mejor amigo de Peter y el único nerd más grande que él, con la ambiciosa chica popular Betty Brandt (Angourie Rice), y dándole a Peter un rival por el afecto y atención de MJ en la forma del guapo y enfadoso Brad (Remy Hii).

 Como en toda gran comedia, las actuaciones y personalidades son clave. El bravucón Flash Thompson divierte por sus contradictorios odio a Peter Parker y su adoración a Spider-Man; pero Tony Revolori lo interpreta con cierta dulzura, y verlo humillado provoca tanto satisfacción como un poco de lástima. Martin Starr y J.B. Smoove (a quien los productores decidieron añadir al elenco después de verlo en un comercial al lado de Holland), como los despistados maestros a cargo del viaje, ofrecen un divertido contrapunto al elenco más joven. Pero es Zendaya, interpretando los diálogos de MJ con un cínico e inexpresivo sentido del humor, quien de verdad se roba la película, a pesar de que tiene que competir con decenas de personajes por tiempo en pantalla. 

  Aunque repleta de chistes diseñados para aliviar la tensión, Lejos de casa reserva su mejor humor para burlarse de sí misma. Uno de los conceptos centrales de la película es que los superhéroes cumplen un propósito simbólico y narrativo dentro de su propio universo (uno de sus personajes menciona que sus admiradores son capaces de creer lo que sea con tal de creer, algo que se siente como una furtiva burla a los propios fans de Marvel). 

   La trama se desenvuelve alrededor de un divertido giro y, en un astuto guiño hacia la cuarta pared, uno de sus personajes termina vistiendo un traje parecido a los que se utilizan para la captura de movimiento. Una alucinante secuencia convierte los miedos de Peter Parker en una montaña rusa de pesadilla y lo lleva (y a nosotros también) a cuestionar la realidad de este mundo (ésta podría haber sido más impresionante si la revolucionaria animación de Un nuevo universo no estuviera tan fresca en los recuerdos del público).

  Más juguetona, más ágil y con más cancha para jugar, Lejos de casa está fácilmente por encima de la anterior aventura que este Spider-Man ha tenido lejos del resto de los Avengers. No obstante, el guión de Chris McKenna y Erik Sommers no logra sacudir del todo las películas que vinieron antes de ella. El sentido arácnido de Spider-Man, ese instinto que lo protege siempre del peligro, proporciona una efectiva metáfora a la historia de un joven que debe aprender a confiar en sí mismo en lugar de buscar figuras paternas a su alrededor. Pero el conflicto entre la vida cotidiana de Peter y sus responsabilidades como superhéroe, aunque le da a esta entrega una sólida ancla emocional, también se siente como un eco distante de lo que hizo a Spider-Man 2 una de las películas de superhéroes más celebradas de la historia.

   Las excesivas conexiones al universo de Marvel pueden tener menos sentido narrativo que comercial —a diferencia del resto del universo cinematográfico de Marvel, propiedad exclusiva de Disney, las películas de Spider-Man son distribuidas por Sony; sería ingenuo desaprovechar los personajes de la franquicia cinematográfica más taquillera de la historia– y la presencia del ex líder de S.H.I.E.L.D. Nick Fury (Samuel L. Jackson) y el jefe de seguridad Happy Hogan (Jon Favreau) finalmente hacen que su Spider-Man se sienta menos como un superhéroe hecho y derecho y más como el hijo adoptivo de Tony Stark. Spider-Man: Lejos de casa es la historia de Peter Parker dejando atrás la sombra de Iron-Man, pero la película misma no lo hace.

★★★

 

Para leer más reseñas del autor, aquí, su blog: https://pegadoalabutaca.wordpress.com

Alberto Villaescusa Rico (Ensenada) Estudiante de comunicación que de alguna forma se tropezó dentro de una carrera semi-formal como crítico de cine. Propietario del blog Pegado a la butaca. Colaborador en Esquina del Cine y Radio Fórmula Tijuana.

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