Cuatro poemas de Pablo Seguí

 

 

 

Dictamen

 

Sonriente, despejada,

llegó a mi sueño, y malabares rojos

brindamos, y era exceso.

Y luego fue la Amada,

antigua doble faz y su dictamen.

   Y no hablar ya, y no estar,

y silenciar hasta las pausas, ido

de los presentes que

conversan y concluyen,

y alternan y se entienden y sonríen.

 

 

 

En fin, las horas…

 

Palabras inconexas; manoseado

camino artificial.

(Pachelbel no insinúa: suena, y siempre,

ese círculo, acordes

que logran ahondar). Palabras brujas,

delirios a dos manos,

y manos o muñones. La retórica:

sarna de refregarse

contra piedras gastadas. Como ser

un juguete mellado,

tirado en algún río: la costumbre

ahoga los reflejos.

 

 

 

En el que los fantasmas se sonríen

 

La luna va alcanzando, y no hay manera,

su plenitud. Me tumban

esa luz, ese grito y esa guija

cada vez que la veo

arriba: inabordable y pretenciosa,

como vieja regenta.

 

 

 

Charla de café

 

Mira el mundo según

un relato, me dice, una ilusión

que da sentido al tiempo

que lo separa del final. Parece

que realmente cree

en lo que dice. Pienso, de inmediato,

y hasta le objeto, que

ese relato tiene que tener

asideros afuera.

Que la ilusión contiene lo ilusorio

muchas veces. Hablamos

sobre el asunto, pero, entre argumentos

que examinamos, pienso

de pronto que esa argucia que plantea

y que defiende con

razones es —el vértigo es fugaz—

el resultado de años

de reincidir en traumas, de buscar

acaso amargamente

cómo modificarlos y forjar

otra clase de pulso

para las horas. Algo que lo salve

de la puntual debacle

de la vida. Y me callo, cohibido,

y entonces puedo oír

otra voz, que me cuenta el Paraíso

una vez más y al cual

quizás entremos si lo pergeñamos

de modo verosímil.

 

 

 

Poemas tomados del libro Noción de ritmo (Barnacle, 2019)

 

 

Pablo Seguí (Córdoba, 1973). Entre los 8 y los 17 años estudió violín, para luego volcarse hacia la poesía. Ha publicado tres libros: Los nombres de la amada (Alción, 1999), Claves y armaduras (Foja/Cero, 2005), Naturaleza muerta (El Copista, 2011), Otro verano y éste (Barnacle, 2017), Animal de bien (Barnacle, 2018) y Noción de ritmo (Barnacle, 2019). Desde hace varios años ya publica sus poemas en sucesivos blogs, entre los cuales figuran: El tren y la mujer que llena el cielo, La lección de piano, El bakelita, Por el jornal, Crocante de seco y el actual, Voces en La Babía.

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