Sobre Que parezca un accidente

 

 

 

 

La semana pasada cuatro artistas bajacalifornianas salieron a la conquista del altiplano central con una serie de presentaciones en Puebla, Tlaxcala, Toluca y CDMX. Gracias al apoyo de la Secretaría de Cultura de Baja California y el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Mexicali, el martes 14 de enero, las escritoras Karla Michelle Canett y Elma Correa, junto a la artista multidisciplinar Ale Librada Torres Salcedo y Carolina Yee, fotógrafa e integrante de la banda fronteriza Mijo Mija, participaron en una charla con estudiantes de la Preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP donde conversaron sobre su trabajo creativo.

  “¿Cómo vivir del arte?” fue una de las preguntas que más inquietaban a los jóvenes poblanos, duda que las expositoras no pudieron resolver. Más tarde, en el Foro Karuzo, se presentaron los libros Que parezca un accidente de Elma Correa y la antología La ciudad de los ahorcados, con la participación de Karla Michelle Canett y varios autores locales incluidos en la compilación. 

   “¿Por qué no hay Tecate Light?” fue una de las preguntas que más inquietaban a las artistas norteñas, duda que ni los meseres ni la concurrencia del lugar pudieron resolver.  Mientras que, el miércoles 15, Elma presentó de nuevo su libro en las instalaciones de la Biblioteca Central de la BUAP, evento que resultó en filas y filas para firmar su obra, en el cual la autora declaró orgullosa que no repitió ni una sola dedicatoria, mostrando así su gran habilidad en la escritura creativa. Todas las actividades en Puebla fueron posibles gracias a la gestión de Óscar Alarcón, Luis Chigo, René García, Alex Carrillo y Carlos Iván Carrillo, de Revista Sputnik.

   Los días 16 y 17 de enero, las artistas estuvieron en la Jornada Feminista de Literatura Tlaxcala 2020 con “Excusa genérica” una pieza colaborativa de Ale Librada Torres Salcedo y Carolina Yee; por su parte, Elma Correa presentó de nuevo su libro y participó, junto con Karla Michelle Canett, en el conversatorio “Escritura y realidad”. Dicha jornada fue posible debido a la organización de la escritora tlaxcalteca Gabriela Conde Moreno y al apoyo del Museo Miguel N. Lira y la SECTUR Tlaxcala. Para este punto del viaje, las artistas pudieron corroborar que Tlaxcala sí existe, su comida es deliciosa y los tlaxcaltecas, personas llenas de generosidad.

   El sábado 18 de enero, Karla Michelle Canett y Elma Correa compartieron su trabajo en el taller de narrativa de la revista Grafógrafxs, de la UAEMex, charla en la que la tensión se puso sobre la mesa, ya que Elma dejó en evidencia ⎯sin que esta fuera su intención, por supuesto⎯ a un par de asistentes con su texto titulado “Marea verde”. Por la tarde, leyeron sus textos en la librería Mi Primer Día en el Salón de la Fama, lo anterior gracias al trabajo del poeta Sergio Ernesto Ríos, Mauricio Pérez y Alonso Guzmán. Finalmente, el domingo 19 de enero, Elma Correa presentó su libro en la Ciudad de México, en las instalaciones de la Hostería La Bota, acompañada de las increíbles Bárbara González, Xitlalitl Rodríguez, su editor, Mauricio Bares, y cinco kilos de paella, gracias también a la generosidad del poeta y promotor cultural Antonio Calera-Grobet.

 

 


 

 

por Sisi Mendoza

Fotografías de Carolina Yee

Para empezar, quiero ofrecer una disculpa a Elmita por no haber leído su libro cuando recién se publicó en 2018, sino hasta ahora, expresamente para esta presentación. Esto sucedió por dos razones, la primera es que yo sabía que Que parezca un accidente sería un gran libro, no cabía duda, y había que guardarlo para tiempos mejores (por el momento y debido a un programa de estudios que curso gracias a los impuestos de todos ustedes, sólo he tenido vida para lijar definiciones hasta que queden idénticas a las de mis compañeros de aula). 

     Que parezca un accidente, publicado por Nitro Press, es un libro conformado por trece cuentos que hablan, sobre todo, de amistad. 

   “Kamikaze” es el primer cuento de esta colección y aparece siniestramente acomodado al principio. Y digo “siniestro” porque es entrañable, brutal. A partir de ahí, el lector se sabe preso de una lectura vertiginosa y fascinante que no terminará sino hasta dentro de un par de días; una lectura de la que no se irá limpio. En este relato, los personajes son tres adolescentes —el narrador, su novia Laura y su amigo Hugo— que logran dilucidar, a pesar de su corta edad y su envidiable dotación de metanfetaminas, lo que el futuro les depara: un contexto sociopolítico violento, hostil y desesperanzador, del que ningún esfuerzo propio o ajeno podrá salvarlos. Salvo, quizás, que ocurra un feliz accidente. 

     Las referencias de Elma vienen desde la narrativa de Lorrie Moore, que se puede ver en la tortura que ambas infligen sin piedad a sus personajes y su emblemático sentido del humor. Otras referencias vienen de la música y la cultura popular, como lo hace evidente en “El corrido de Chito Cano” y otras muchas nos remiten cine: en el rostro de Genoveva, protagonista de “La intimidad de las abejas”, cuento que casi podría pertenecer al género cinematográfico del slasher (salvo porque no hay escenas explícitas), casi pude ver el rostro desencajado de Fairuza Balk en Jóvenes Brujas, anhelando que el espíritu de Mannon le meta mano; mientras que “Wild in the country” logra reconstruir una versión propia de Thelma y Louise, con una pizca de ironía y realidad nacional en el marco de la violencia hacia las mujeres; sin duda, uno de los textos más bellos del libro. 

     En Que parezca un accidente, las protagonistas son legión. Salvo un par de cuentos como “Simón dice” e “Historia de cigotos”, son las mujeres quienes narran sus historias, las de ellas y las de sus amigas, de las que muchas veces son más cercanas que a sus familias y otras, apenas conocidas pero con un pasado o un futuro común. En medio de paisajes hostiles pero lleno de postales con delicadeza fotográfica, ya sea que estén en la ciudad o el desierto, aturdidas por sustancias estimulantes o ansiolíticos, o simplemente asfixiadas por un entorno que les es hostil, las personajes de este libro se van abriendo paso por sus terrores cotidianos, gracias a una extraordinaria combinación de precisión narrativa e imágenes muchas veces humorísticas y otras tantas, dolorosas, pero también con momentos de ternura: la autora nunca deja a ninguna de sus personajes sola. Ni siquiera a la protagonista de “Señor Bigotes”, una mujer que engorda y engorda gatitos para disecarlos. Ella, además de sus mininos disecados, siempre estará acompañada por el gatito que corre a lo largo de las páginas de este libro y, luego de conocer estas historias, correrá en nosotros por siempre.

     Quizá de ahí mismo se deriva la segunda razón por la que no había leído el libro hasta ahora: tenía miedo de encontrarme, vaguísima o informe o pretenciosamente en sus historias. Algo que, desde luego, pasó. Porque no hay buena literatura sin que el horror del personaje nos espejee en más de algún sentido, sin que el miedo replique su temblor en nosotros o la tristeza y la desesperanza nos aniden en la garganta.

    He seguido la trayectoria de Elma Correa e incluso tuve la fortuna de publicar algunos de sus cuentos y crónicas, y toda su narrativa es una fascinante máquina que desvela la realidad encarnada en las personas y en las cosas, así como en situaciones que para muchas personas son un infierno cotidiano del que tienen que sobrevivir. Elma nos acerca a estas realidades de la forma más honesta y divertida y cruda y cariñosa posible, partiendo siempre de la amistad pero con la mirada puesta en esa ínfima posibilidad de desprendernos de nosotros mismos, de ser arrancados de tajo, de vernos destruidos, accidentados. Este libro —que por otra parte, debo decir, era tan esperado como la última temporada de Game of Thrones— es tan rotundo que sólo podría parecer un accidente. Pero conociendo la pulcritud del trabajo de Elma Correa y la de sus editores, Mauricio Bares y Lilia Barajas, sabemos que el título es gracioso porque este volumen es todo, menos un accidente.

    Los accidentes, muchas veces vehículos de destrucción, tienden a desdibujar el mundo. Para la filósofa francesa Catherine Malabou: “La historia del ser en sí misma consiste tal vez únicamente en una serie de accidentes, los cuales, en toda era y sin esperanza de retorno, desfigura, peligrosamente, el significado esencial”. Así, Elma Correa nos lleva a ver un mundo desprovisto de filtros, sin nuestras vendas significantes, y nos muestra la vida, como ella escribe, “por delante, viniendo hacia nosotros con la determinación de un ataque suicida”. 

 

Xitlalitl Rodríguez Mendoza (Guadalajara, Jalisco, 1982). Ha publicado varios libros poesía, entre ellos Datsun, Catnip y Jaws [Tiburón], con el que ganó el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2015. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores.

 

 

 

 

Déjanos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*