Tiawanaku. Poemas de la madre coca

 

por Maricela Guerrero

 

¿De qué forma los poemas nos conectan con nosotros mismos, con la historia, con nuestras creencias: ir adentro?

¿De qué manera los poemas nos permiten desbaratar algunos pensamientos imperiales para ver distinto y caminar por otras veredas con otras sandalias por el mundo?

 

Considero estas preguntas mientras releo Tiawanaku. Poemas de la madre coca (Orca libros, 2019) de Judith Santoprieto, pues es un libro que ha llegado con una voz fresca y poderosa sobre la presencia y el consumo de coqa en comunidades aymaras en Bolivia. Además es un libro bilingüe, la traductora al inglés es Ilana Luna y la editorial es Orca libros. Literatura hecha por mujeres. https://orcalibros.com/, es decir se trata de un proyecto generoso desarrollado por voces diversas y apreciadas.

Este libro de poemas trata un tema singular, la coca; o mejor dicho la coqa, con la intención de reconsiderar esta sustancia ancestral desde perspectivas no previstas por los dueños del discurso de las drogas. En este libro no se presenta el tema desde de los lugares comunes de la guerra contra el narcotráfico y la violencia, ni sobre los ataques morales contra los diversos usos de los fármacos. Aquí se habla del ritual, de la introspección y del encuentro. En Tiawanaku se va hilando un discurso de lo común, de la defensa de los territorios y de una palabra muy hermosa que le escuché a la autora: “compartencia”, por lo que uno de los hallazgos más valiosos de los poemas es la forma en que se van deslizando para hermanar y tejerse con el español palabras del quechua.

 

Espíritu del Amazonas

 

Hay un viento que llena las calles empedradas

empuja desperdicios que navegan hasta el río Choqueyapu:

la sandalia irreparable luego de un baile que acabó al amanecer

una botella convertida en cantimplora y después guardasemillas

Por las noches rondo Sopocachi

cuando humea el mate de coqa en las cocinas

y el frío ensancha mis fosas nasales

Creo hallar a Khana Willka

pero su espíritu es un mensaje de correo electrónico

enviado desde un hotel del Amazonas.

 

Considero que en Tiawanaku se habla de otras formas de perderse y encontrarse, de búsquedas a través del lenguaje en las que las ideas imperiales sobre los estados alterados o sobre la forma en que conectamos o nos desconectamos con nosotros mismos son puestas a discusión.

 

La morfología de las diosas piedra

 

Yo huyo y no huyo porque siempre llevo esta pena adentro este llanto que desboca mi entereza Yo huyo y no huyo porque cuando sueño estoy siempre en el mismo barrio podredumbre Canto y huyo rezo y huyo a todos los sitios Voy y no voy a la orilla del lago Titikaka Cruzo y no cruzo el desierto de Ica las líneas de Nazca: miro por la ventana de este autobús sin calefacción y hay sólo pampas desierto avanzamos en medio de la nada casitas hechas de barro papas que resisten sin agua y sin natura entre la morfología de las diosas piedra.

 

Tiawanaku recupera una espiritualidad prístina, mediante rituales en los que se busca una conexión hacia lo ancestral, retornar a cierto origen, replantearnos las preguntas, sólo para poder seguir caminando.

 

¿En qué lengua hablan tus dioses y mis dioses

qué agua los contiene

cuando estalla su sinfonía salida de caracol

por cuál montaña transitan las semillas donde labrar algunos rostros?

¿Ese peregrinaje aún es nuestro

las luciérnagas se apostan en cada espiga

para que el aire flagele nuestra piel?

 

Retomo las preguntas del principio y reconozco que en Tiawanaku, sucede esa maravilla del encuentro con lo más profundo, de la recuperación de lo que se nos había olvidado que teníamos y regreso a este poema de la autora:

Las hormigas barren tiernamente los caminos por donde caminarán

 

 

 

Fotografía de Elena Lehmann

Maricela Guerrero (Ciudad de México, 1977) estudió Letras Hispánicas en la UNAM y actualmente labora en una institución burocrática mientras compone poemas y otros materiales. Esos materiales aparecen recogidos en numerosas revistas y antologías nacionales e internacionales:  Efectos secundarios (Madrid: Anaya, 2004), Divino tesoro (México: Casa Vecina, 2008), Cuatro poetas recientes de México (Buenos Aires: Black & Vermelho, 2011) o México 20. La nouvelle poésie mexicaine (París: Le Castor Astral, 2016). Ha publicado los libros Desde las ramas una guacamaya (Bonobos/Conaculta/Fonca, 2006), Se llaman nebulosas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010),  Kilimanjaro (Mano Santa, 2011), .Peceras (Filo de caballos, 2013), El tema de la escrofularia (Piedra cuervo, 2013), De lo perdido, lo hallado (Conaculta/Fonca, 2015) y Análisis del desgaste (Frac de medusas, 2016). También ha participado en numerosos festivales y encuentros de poesía. En 2014 y 2015, participó con instalación y performance en la exposición colectiva “Todos los originales serán destruidos”.  Ganó el Premio Clemencia Isaura 2018 en Mazatlán, Sinaloa.

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