Árboles y flores crecían de mí

 

Las posibilidades de devenir en el sueño son tan generosas y colectivas como pertenecer a un cuerpo sin órganos, como transmutar en árboles o flores, dejar de ser ciudad, civilización para devenir bosque, jardín: estados de evolución más silenciosos, quizá hasta más afortunados. Así llegan a nosotros las palabras de la escritora y traductora Lucía Duero que además de contarnos un sueño evolutivo nos comparte un relato intrigante.

 

 

–Maricela Guerrero


 

Un día sentirás tu finitud y no podrás hacer nada. Todos los años perdidos parecerán un sueño, un cuento del cual no has leído las últimas páginas. La idea del fin te paralizará, te hará llorar, tu soledad resonará en todos los rincones de tu mundo, no sabrás más quien eres, nunca supiste quien eres, te destruyó el tiempo, porque no te dio tiempo para saber quién eres, te amalgamaste con la soledad. Y ahora es tarde, nadie te quiere escuchar, tu voz es una mosca que zumba en la comida dominical, te abren la ventana para que salgas, para que el sonido de tu existencia se aleje poco a poco, te vas, quieres gritar, pero sabes que tu grito no sería más que un filme mudo, eres sin querer ser, pero aún eres. Ya no importa nada.

  De joven te pensabas bella, el deseo te consumía cada día, comprabas ropa como si fueras a vivir una eternidad, te reías como alguien que se puede reír de la eternidad y sonreír a la desgracia, y no sabías que todo esto iba a terminar un día, el fin estaba tan irrealmente lejos de ti y ahora que está cerca, tú no sientes nada, absolutamente nada, solo tu frialdad te da fuerza; no sabes qué era este instante, estos ochenta y seis años, qué título le darías a ese momento, y aunque sientas que era suficiente, que no necesitas más, un aliento dentro de ti pide otro, solo un instante más para acercar el cigarrillo a tu boca, sostenerlo entre tus dedos trémulos, sentir su delicadeza, acercarlo a la boca, tocar los labios como si fuera la primera vez; y aspirar este único momento que no se repetirá nunca y sin embargo tú lo repites infinitas veces cada día. Repite, repite, repite lo que sabes que no te decepcionará nunca.

Un fragmento de Anna

Sueño

Soñé que era una zona arqueológica; los restos de algo resplandeciente una vez, ahora adormecido, sereno. Árboles y flores crecían de mí, cubrían y envolvían en sombra todo lo que me componía.
Actualmente
Recientemente no trabajo como antes, no hablo del trabajo como antes. Me dedico en silencio a lo que considero esencial.
 
Sueños futuros
Con que todo sea uno: que no haya diferencia entre la realidad y el sueño, que sean uno solo y me acojan adentro.

 Fotografía de Christian Morales

Lucía Duero nació en Eslovaquia y vive en la Ciudad de México. Escribe y traduce libros al eslovaco y al español.

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