¿De qué materia están hechos los sueños? ¿Con qué audaces formas se construyen los espacios en los que ya sea a la intemperie o en felices deslavadas arquitecturas suceden las escenas que nos conmueven o nos colman de alguna emoción o percepeción durante el sueño? ¿Cómo saberlo? ¿Con qué mineralidad se van formando, agudas o romas, densas o porosas piedras en los sueños para convencernos de algo o para involucrarnos en ondas silenciosas que nos resguardan? Así este sueño lleno de sonido y texturas que nos ofrece la arquitecta y madre feliz radicada en Oaxaca, María Jaime.
–Maricela Guerrero
Cuarenta, cincuenta, cientos, trescientos días Adentro.
Libertad sin tiempo ni prisa. Días de risas, enojos y cosas nuevas.
Cocinar sin parar, cocinar juntos. Días de platos y discusiones interminables.
Jugar, leer, aburrirnos.
Días de escuela sin escuela, de reconocernos maestros unos de otros, solo juntos, maestros.
Días torpes e interminables, semanas que desaparecen.
Días agradeciendo el encierro, culposamente deseando no acabe.
Otros días, otras noches, llenas de angustia y miedo, días de conteo de muertos, ¿cuántos son tantos?
Ayer con miedo y esperanza nos buscamos.
Nos encontramos lejos y extraños.
Con el impulso de piel, de tocarnos, caminamos lejos, caminamos juntos.
Orugas, pan, hojas secas, tamarindo, cigarras y agua.
Ansiosos de contarnos, solo caminamos.
Paso a paso, devolviéndonos el tacto.
Agotados regresamos. Adentro.
Hoy nosotros completos y el pórtico vacío.
Hoy cansados, sin ganas de nada, sin comida en la mesa, sin tareas, sin nuevos cursos.
Hoy reconocemos el cansancio de exigirnos demasiado.
Con la tristeza clara, reconocemos lo que añorábamos.
Ansiábamos las manos, el sudor y los brazos.
Ansiábamos los ojos sin pantallas, esos tan nuestros, los tuyos.
Los que brillan, se humedecen. Los que hablan, los ojos en los que habitamos.
Ansiábamos la mente quieta y los pies juntos andando.
Y claro que volveremos, los mismos de siempre, más simples y renovados.
Compartiremos recetas, sueños, libros y nuevos cantos.
Honraremos la muerte devolviéndole vida, paseos, aguaceros y llanto.
Porque Adentro no existe sin reconocernos. Adentro no existe sin tocarnos.
Porque mantenernos vivos no importa si no nos mantenemos humanos y ahora claramente sabemos qué buscaremos juntos silencios, solo, para escuchar a los pájaros.
Sueño
Las mías deben embonar perfectamente en la mano derecha.
María Jaime. Nací y crecí en la Ciudad de México. Desde siempre dibujo, imagino y construyo con mis manos. Estudié Arquitectura en la UNAM, soy una feliz arquitecta pero descubrí que mi oficio, mientras dure, es ser mamá. Desde hace cuatro años vivo y trabajo en Oaxaca donde es exigencia, permitida y valorada ser diversas cosas simultáneamente.
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