Ropa interior

¿Qué tan recurrentes o cercanas son las situaciones que en los sueños nos obligan a padecer vergüenza o miedo, debido a olvidos extraordinarios de nuestra inubicable infancia? Salir en ropa interior o sin zapatos es una de esas imágenes con las que me identifico terriblemente. Para nuestros Primeros sueños contar con estas notas del extraordinario poeta Cristian Gómez O. y el poema “Alfabeto para nadie” nos alegra, aunque hayamos olvidado los zapatos el día en que llegó la inspectora a evaluar los salones de la secundaria.

 

 

–Maricela Guerrero


 

 

Sueño

Nunca anoto los sueños, por lo que tiendo a olvidarlos. Pero hay uno que siempre recuerdo, porque ha sido más de una vez: estoy en el antiguo barrio de mi infancia, en Santiago. Un barrio de clase media venida a menos. Vivimos ahí hasta que yo cumplí cinco años. Pero en sueños siempre vuelvo ahí. Y voy caminando por una calle cercana a la que era mi casa, pero estoy en ropa interior, en calzoncillos. Y siento mucha vergüenza. Lo cómico es que en un principio no me he dado cuenta aún de que estoy en ropa interior. Pero cuando estoy por llegar a la esquina, donde había una tienda (¿o era una panadería?), me percato de mi situación y comienzo a mortificarme. No recuerdo qué ocurre después, pero esa sensación es imborrable. Otro sueño, muy posterior, que empezó cuando ya había cumplido veinte años y en adelante, era uno en que estaba en la universidad, probablemente en la licenciatura, o ya haciendo estudios de posgrado (yo estudié Literatura Latinoamericana). Y repentinamente me doy cuenta de que no he terminado la secundaria, de que aún me falta rendir un examen de Matemáticas, el curso que más problemas me dio en los últimos dos años de secundaria. Estoy de vuelta en la sala de clases, sentado con un amigo que en ese entonces me ayudaba con el tema. Lo curioso es que yo hasta los quince no tenía grandes problemas con las matemáticas. En 1986, sin embargo, muere mi hermano mayor, Carlos, que estudiaba Ingeniería y era un excelente alumno. Y a partir de entonces Matemáticas se convirtió en un pequeño infierno. Y durante años yo soñaba con eso, con que estaba nuevamente en la secundaria y no podía conseguir ni mi licenciatura ni el Máster porque no había dado ese examen de Matemáticas.

ALFABETO PARA NADIE

 

La insoportable avaricia estival de los insectos
ha contagiado a mi mujer. Suele pasearse por la pieza
exhibiendo con desdén un portaligas, relamiéndose

en la erección de sus pezones. Apenas si puedo estudiar.
Las niñas juegan arriba, en el comedor, donde la abuela
las reprende porque no la dejan escuchar su teleserie.

Los pájaros siguen con su habitual estruendo dentro de
la jaula y el calor le sirve de excusa a Damaris para quitarse
además las medias como última prenda. Cierro un libro

que habla sobre la peste negra que asolara Europa durante
el medioevo, en el cual se detallan algunos de los tratamientos
a que eran sometidos los pacientes, en cuanto se les detectaba la

enfermedad: aislamiento, amputaciones, sangramientos que
solían llevarlos a la muerte de manera mucho más rápida e
involuntaria. Aquellos que lograban sobrevivir durante más

de una semana, solían ser abandonados a su propia suerte en
medio del campo, con la absoluta prohibición de acercarse a las
ciudades. Se les veía vagar como encarnaciones de la muerte,

pidiendo cualquier cosa para comer, los ojos salidos de sus córneas
producto de la fiebre y la desnutrición, acosados asimismo por el
verano, insaciable como la avaricia de los insectos

que pululan entre las llagas de sus heridas.

Actualmente
Estoy en medio de varias cosas. En este minuto, estoy escribiendo poemas sueltos, lo primero que se me viene a la cabeza y que voy a acumulando en un archivo que por ahora ni siquiera tiene título. Pero vengo saliendo de un libro. El incendio del Reichstag, donde recurro a la relación de poesía y política, siempre compleja, nunca inequívoca, para volver a viejos temas que me acompañan: la ficción familiar, el golpe del 73, la vida norteamericana, los campus universitarios. También sigo con un proyecto que atesoro con mucho cariño y concentración, como es la primera antología en castellano de Donna Stonecipher, poeta norteamericana de quien ya he traducido y publicado dos libros: Cosmopolita el 2014, Ciudad modelo el 2018, ambos por Ediciones Liliputienses, que lleva con tanto tino y ojo José María Cumbreño. El manuscrito está muy avanzado y ojalá salga este mismo año. Paso el aviso por si alguien se entuasiama en México. Lo otro es mi trabajo en dos editoriales independientes, Card Board House Press, donde publicamos aquí en EEUU poesía hispanoamericana en ediciones bilingües, y 51GLO V51NT1Dó5, junto Edgardo Mantra, con la que publicamos poesía en traducción al español de poetas de todo el mundo.
 
Sueños futuros
Con mi hija. Ella y yo en Zamora, donde todo resultaba. Donde todo ocurría.

 

Cristián Gómez O. (Santiago de Chile, 1971). Poeta y traductor. Ha publicado, entre otros títulos, Alfabeto para nadie (Ediciones Fuga, Santiago, 2008), y La pérdida de las colonias de ultramar (Edixiones Axiara, Boston, 2020), ganador del Premio de poesía de la 1ª. Feria Internacional del Libro Latino y Latinoamericano en Tufts 2020. Ha traducido, entre otros a Donna Stonecipher, Carl Phillips y Mónica de la Torre. Fue miembro del International Writing Program, de la Universidad de Iowa, y Writer in Residence en el Banff Center for the Arts, en Alberta, Canada. Es profesor de literatura latinoamericana. Co-dirige, junto a Edgardo Mantra, la editorial de poesía en traducción 51GLO V51NT1Dó5, de México.

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