Si hay algo que te pertenezca, grita

 

América

Yo le temo al mar, temo que este barco naufrague
no nos lleve a su maldita tierra.
América no es mi sueño dorado
sin embargo mi obcecada madre
dibuja en su pupila un único horizonte.
Mi padre murmura entre dientes que la bestia
ha consumido sus fuerzas.
Pero ella ha tatuado
en su frente a la muerte para siempre.
Sus pechos rebozan de leche,
quisiera volver a ser su retoño
beber su suave jugo
detener el tiempo, esta sal que todo lo impregna.
Entiendo que mi conjuro no poseerá su noche, nunca.
En mis pesadillas alguien llora y mi madre se abre a fantasmas.

La ferocidad de nuestra tormenta hiela mi sangre
me escondo en un hueco hasta que cesa.
El barco viene y va
salpicando vorazmente
todo su salitre.
No veo forma de retroceder.
Qué es esta memoria de acueductos, de olivares
de ruedas que hacíamos rodar entre risas y uvas
en la vendimia.
Me silencio, solo busco un refugio entre sus brazos.

 

 

Revolución

De chica adoraba la jabonería de Vieytes
lágrimas de emoción, capullos de flores lilas
imaginando la puerta hacia la trastienda.

Encontrarlos arremangados
con el sudor en la frente
gestos arrebatados, pasión de lo inminente.
Cuál será el aroma de la revolución
un mar de lavanda al entreabrir mis ojos.
Detrás del cortinado
me ocultaba, sigilosa
para escucharlos.
A veces iba a la plaza
sabía que allí te gestabas.
Mucho tiempo después comprendí
que el perfume perdura
en el interior de las palmas
como en las plazas
en el cuello
debajo de lo escuchado.

 

 

Santiago

Tu cadáver flota en esta realidad entenebrecida,
en Santiago nos vemos, reflejo de agua púrpura.
Podemos escribir mil palabras que te acerquen
pero estás distante.
No sé si en el Chubut te acompañaron las olas
o el vértigo de la nada heló tu pregunta.

Todo parece recubierto de algas
todo se encamina al encubrimiento
en el solitario dormitar de la duda.
Tu cuerpo, ese otro que insiste
contra el olvido, contra los ejércitos de la fiebre
acumulada en el poderío de los ricos
en una prisión de ave nocturna
nos sumamos.
Pido a la lluvia renueve el grito
polifonía que en nuestra memoria
reverdezca.

 

 

Espejismo

No me dices mucho. En tu silencio agua
para moldear ágata de arrullos ligeros
cristalina esencia que se desvanece.
Fuiste el asomo de nuestro combate,
en estas tierras que hoy se tornan estériles
faltas de sombra de jacarandá en las orillas del camino.

Tus voces aplacadas bajo piedras escurridizas
donde se deshizo la lluvia, al otro lado del pueblo que brama
y todo es una excusa para adentrarse en lo infinito. Allí
se construye un puente.

Si hay algo que te pertenezca, grita. Un padre y su hijo
en la rojez del espejismo se contraen, minúsculos.
Materia volcánica, como una música fantasmal.
Las voces de las ánimas emergen de la boca
lejitos, hacia el cruce, embestidas por el calor.
Nunca llueve, nunca se renace en estos páramos.

Muestra tus cicatrices, forastero
muestra el frote profundo de tus huellas en el salitre.
Muéstrales la llave de los ancestros.
Lejos, lejitos, retorna la casa de chala y adobe
resigna sus cimientos y entra en un vendaval de la fortuna:
una guarida, una noche más contra las parcas.

 

 

Pelaje transparente

Hemos visto la luna.
Esta noche tu cuerpecito
pegado al mío crea una síncopa
que se alarga en la sombra de la lámpara.
Abres los ojos en un guiño del cielo,
nuestros corazones laten intentando recuperar el ritmo
de la confianza.
Sabes que nada está dado de antemano
lo fortuito nos espera detrás de las baldosas,
en un instante el vaivén de las hojas
se transforman en brisa o tormenta.

Yo supe desde el inicio que rechazabas
la desesperación y en tu respiración
el mundo nos aligera, en tus maullidos
nos reúne. Te arrullas en mi brazo
rememorando a tu madre.

Te prometo ir hasta el fin del color
para recuperar la vida que siempre tuvimos.
Me adentro en la jungla de la sangre
para despertar tu latido y hacerlo perdurar en el tiempo
sin miedos ni terrores nocturnos.

Fotografía de Julián Zepeda
Olga Suárez reside en Rosario, Argentina. Libros publicados: Hoja Blanco, Editorial Los Lanzallamas (2000); El vuelo del quetzal, Edición de Autor (2004); Obertura CD de poesía (2008); Oriente, Alción Editora (2016). Antologías: Poetas rosarinos, UNR Editora (1999); Los que siguen. Veintiún poetas rosarinos, Editorial Los Lanzallamas (2002); 20 años: XX Festival Internacional de Poesía de Rosario. Antología poética, Editado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe (2012); Antología de Nuevos Cuentistas y Poetas, Editado por “Instituto Olga Cossettini” (2012); Villes Ciudades Poetas argentinos y franceses de nuestro tiempo, éditions unicité Collection Eléphant blanc (2021). Los poemas de esta selección forman parte del libro Estirpe del juncal (Barnacle, 2023).

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