Cada caminante del bosque se aísla a la hora del sueño

 

 

Espalda contra espalda, el durmiente y el despierto.
Una franja de infinito es el soñante. Orilla de tierrazul.
Y el poniente que nunca alcanza.
Médanos de luz sobre los ojos.
Médanos de luz para un animal de sueño.

*

Lo no narrado es sueño. Restos de la noche nuestra. Balbuceo lunar sobre un muro
de luz. Cuerpo azul de los abismos. Un mosaico de gestos. Pasaje boreal de un
sueño a otro sueño.
Puente diáfano. Tercer lenguaje indescifrable.

*

El despierto aturde su memoria con el alba. Guarda el canto dorado bajo otro cielo
dorado.
No reconoce el pájaro que ha muerto en la vigilia.

*

Se piensa que tal vez el despierto sea el yo del soñante
derramando polvo azul en la vigilia. Un relumbre de toda
maquinaria del sueño. Un ser que ven los durmientes desde
el rabillo del ojo. Fugado aún de los eones. Expulsado del
soñante, último y primero.

*

Si solamente pudieras ver tu rostro soñante. Un fugaz reflejo: mínima certidumbre del
agua. La profunda cavidad de las cosas desplegadas en el tiempo como una antigua
canción que muta.

*

El despierto abre la sábana del sueño. Su ojo es de polvo azul cuando se cierra.
Ojocenizazul para mitigar el sol.

*

Darle la espalda al sueño. Caer como infinita hoja del infinito otoño. Verse tierra y
bostezar el polvo que, en supuesto
camino, nos llevaría al sueño.

*

Esta quietud es la invención de cada cuerpo. Detrás del día, valles de tempestad,
remolinos sin tiempo azules lloviendo lloviendo. Hace calor en la conciencia.
Sedientas almas. Piel agrietada por la noche del insomnio. Agonía de los despiertos.

*

Cada caminante del bosque se aísla a la hora del sueño.

*

Se cubre con el manto de los durmientes. Abre su vientre de río. Manto a la hora
del sueño. Pelaje de la noche. Blandísimo polvo lunar.

*

Sueña. Aparta su cuerpo y su pensamiento.
El árbol que lo cobija canta y suelta su última hoja.
Hoja que se arrastra.
No sabe más que soñarla. No sabe más.

*

Ojo que sigue el curso de un río desconocido. Borroso camino para el soñante.
Blandísima existencia de tu pensamiento. Y el ojo que sigue su curso: neblina,
campos deforestados. ¿Por qué la casa ya no es nuestra? Tan bello el paisaje.
Ciudades de hadas en ruinas. Huecos altares sin mundo debajo.

*

Tierra doradazul del sueño. Bajo su cúpula se alza la noche. Allí el soñante traza
su destino. Dice palabras y olvida.
Imprime la densidad del pensamiento bajo la cúpula de la Gran Noche.

Fotografía de Nat Robinson

Gabriela Troiano (Buenos Aires, 1980) Docente y narradora oral. Formó parte de la antología Poetas reptantes (Textos intrusos, 2015) y algunos de sus poemas fueron difundidos por la revista Qu Literatura. Publicó Éire (Al Filo de la Palabra Ediciones, 2018), Canto al cuerpo solar (Barnacle, 2021) y Primera bondad de la sombra (Barnacle, 2023), libro en el cual se incluye la presente selección.

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