Caribe 84
huele fuerte a tabaco y el tablero siempre
está caliente de sol sin importar la hora ni el clima
le decimos la pinta porque tiene parches grises de pasta a lo largo de toda la carrocería
en el último día de mi padre la pinta nos mira desde el garage
y se prepara para el óxido de los próximos 20 años
antes de la pinta tuvimos un volkswagen rojo cereza
yo no lo recuerdo pero he visto fotografías
mi madre dice que una noche al salir de una fiesta ya no estaba
el de la aseguradora explicó era común que esos autos terminaran
pintados de verde convertidos en taxis
durante los meses que siguieron
cada vez que subía a un taxi
mi padre preguntaba al conductor cuánto tiempo llevaba con el vehículo
una mañana encontré a mi padre con los músculos del cuello rígidos
miraba sin parpadear el muro de la cocina
lo llamé varias veces sin obtener respuesta
cuando me acerqué a él sin voltear a verme dijo
:
nos robaron una ventana
nadie pudo convencerlo de que en esa pared nunca existió una ventana
después fue perdiendo otras cosas
una mañana faltaron árboles en el patio
a la siguiente
cubiertos en la alacena grietas en el techo
en el último día mi padre trató de abrirse el vientre para convencernos
de que le habían robado dos metros de intestino delgado
después de que lo internaron
nadie quiso manejar a la pinta
durante años se quedó creciendo pasto entre las llantas
el primero en acercarse fue un vecino
nos pidió le vendiéramos los espejos laterales para reponer los de un atlantic del mismo año
después mi hermano y yo cambiamos el estéreo por un caset de nintendo
la llanta de refacción por un cartón de cervezas
la pinta fue perdiendo partes igual que mi padre hasta quedar solamente en la carrocería
yo más que una pregunta
tengo un comentario
una pila de multas un diagnóstico
desfavorable ganas
de llorar en la oficina
más que una pregunta tengo
ansiedad los domingos
sensación de culpa
de que olvidé algo
de que me falta algo
de que algo
está roto y es irreparable
más que una pregunta
un vacío en el estómago
un miedo irracional a los insectos
una parálisis
ante la idea de la muerte
más que una pregunta tengo
el paladar escaldado las encías
cortadas de masticar frituras
de llenarme la boca para no gritar
para no morderme la mano
para no rechinar
los dientes
en las reuniones familiares
más que una pregunta tengo
la espalda torcida
la boca seca
la sensación de tener
una bolsa de plástico
atorada en la garganta
lo que recuerda de disneylandia
no son los juegos mecánicos
sino las gaviotas que arrebatan
pretzels a los turistas
las zonas designadas para fumadores
el olor a basura que desprenden
los botes con forma de pato donald
lo que recuerda no son los fuegos artificiales
sino los ojos enrojecidos de cenicienta
después de seis horas de posar para fotografías
llama al 911 y pide whisky
helado de vainilla la absolución
de dios una segunda
oportunidad
una tercera
una cuarta
una forma
de revertir la calvicie
de eliminar las canas las arrugas
de resucitar a los muertos
de recuperar los años
los dientes de volver
a la vez que estuvo a punto
al momento exacto
en que todo empezó a incendiarse
Fotografía de Katherine Hedeen
Ánuar Zúñiga Naime (CDMX, 1982). Desde 2009 forma parte del colectivo de poesía multimedia Los KFGC. Es autor de los poemarios Sector 7-G, El metabolismo de los reptiles y 999 disponibles en colaboración con Ángel Ortuño.
No estudió Letras, pero ha visto tutoriales.