Tres poemas de Lázaro Izael

 

PAPÁ TÚ DICES NO HAY MUCHO QUE VER
pero siempre me acompañas
y yo digo que nunca pensé en el terror que quizás también sentías al mirarte
ni en la tristeza que siempre te mantuvo suspendido
que nunca pensé en los objetos colmados de miedo
contemplándose en la luz que desprendías
ni el calor que por momentos los iluminó
que nunca pensé en las constelaciones
que se derramaban por tus ojos
más allá de la noche
ni en la forma en la que solías detenerte
a mitad de todo y sonreír
que nunca pensé en la estrechez del cuarto
y lo inmensos que éramos
al encendernos y apagarnos
ni en lo mucho que contábamos
cuando yo aprendía a seguir tus pasos
y tu mano me sostenía de caer
en ese tiempo no existía pequeña tan pequeña
como la que ahora soy
porque nadie nunca había llegado hasta ahí
y yo era para ti toda la vida todo el amor y la ternura
a cada paso
y cada yo una extensión de ti
que por momentos creías reconocer

 

 

PORQUE TÚ QUIERES SER COMO XAVIER DOLAN
y yo soy un peso muerto
y siento en mí las cuatro esquinas de la mesa rondándome las pestañas en
la garganta
desde que las hienas comenzaron a cazar el vuelo rosa
flamenco azul de tus piernas delgadas
y yo no puedo dejar de lavarme los dientes
de andar los destierros como buscándote aún sin anteojos porque siento en mi
pecho el ronroneo acalorado de una ventana cerrada
que siempre mira hacia el norte
y en tus pliegues veo el espacio traslúcido de ti y tus hundimientos
frente a un desfiladero a causa de mi vértigo porque entiendo el desliz
necesario de tu tacto lejos de mi manera de aferrarme
a las caricias en la espalda
mi buitre carencia carroñera y tu hambre porque todo lo mío
muere
porque ya nada me distingue de un perro en la azotea

 

 

PADRE ¿DÓNDE CABE EL AMOR Y LA MEMORIA DE ESTE CUERPO?
sé que en otra parte escondes tu figura debajo de las sábanas
que nadie jamás te habló de la claridad
del calor y la ternura
que no aprendiste
a sostener el mundo
que el cuarto era pequeño
y la fuerza de tus brazos muy poca
que encendido corriste en la azotea
que tirado en el suelo
preguntaste por mí
Padre te observo desde la ventana
y quizás si otros fueran mis ojos
te hubieras detenido
sólo sé que el amor presente
aún tiembla de miedo
ante la lucecita de tus ojos
que al pronunciar mi nombre
dicen se te quebró la voz

Fotografía de Guillermo Meneses
Lázaro Izael (SALTILLO, COAHUILA, 1997) Estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas y del Diplomado en Guión Cinematográfico por el CCC.Premio hispanoamericano de poesía para las infancias 2023. Ganador del VIII Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura por Mamá, el campo. Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el periodo 2020—2022. Beneficiario del estímulo Jóvenes Creadores del PECDA Coahuila (2023). En 2019 obtuvo el Premio Nacional Dolores Castro en la categoría de poesía por su libro Envilecidas como hienas miramos la espesura de ese cielo, del que se desprende la presente selección de poemas.

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