por Antonio León
La danza unifica, hace comunidad y teje redes en torno a la escena. También puede ser un puente entre naciones que entablan diálogos a kilómetros de distancia en nombre de la expresión. En la tercera tarde del Encuentro Internacional de Danza Contemporánea Entre Fronteras toca el turno de la danza bajacaliforniana con Clica, Arte Escénico.
La compañía presenta un trabajo que ha desarrollado junto al bailarín y coreógrafo chileno Bernardo Orellana, en una puesta al día de la pieza La Mesa Verde, original de Kurt Joss. La Mesa Verde fue la primera obra en ser registrada íntegramente con el sistema de notación creado por el legendario coreógrafo Laban: kinetography o labanotation. Por todo lo anterior, nos encontramos frente a una pieza que es, a la vez que una obra de arte, registro histórico vital para su disciplina.
La Mesa Verde fue creada en 1932 con la intención de ser presentada en el Congreso de París, evento que constituía una plataforma para abordar preocupaciones estéticas en el estado del arte. A través de este trabajo, el mundo pudo ver una representación de lo que sucedía en una época de conflictos armados. Por medio de la metáfora de la Mesa Verde, se ponen de manifiesto los efectos terribles de la guerra, su brutalidad, sadismo y mecanismos de destrucción.
La Mesa Vacía es el nombre que recibe esta adaptación de La Mesa Verde. La compañía ensenadense Clica, Arte Escénico, bajo la dirección de la maestra Minerva Muñoz, nos trae esta pieza al escenario del Entre Fronteras. La propia directora, junto a los bailarines Geraldine Granados y Josué Torres Bohema, aparece sobre las tablas esta tarde. Al abrir el telón, uno de los ejecutantes toma el micrófono para darnos el contexto en el que surgió esta obra y su división en cuadros o breves actos.
Al fondo, tres micrófonos y una mesa configuran el espacio escénico. La compañía entra a la escena armada con violines —una primera parte con reminiscencias del cabaret alemán y el teatro del absurdo. El discurso del cuerpo nos da a conocer lo nefasto que puede ser la negociación de una cultura de paz y lo volátil que puede verse la humanidad en un conflicto bélico.
En algunos momentos, el cuerpo de baile se convierte en una familia disfuncional, en otros un grupo de aviones bombarderos con la terrible melodía de las sirenas de guerra y, al final, niños pequeños hablan de sus miedos al enfrentar guerras diarias: el grupo nos recuerda las posibilidades de la violencia, del abuso y del dominio del otro.
En este sentido, poner en la mesa el avance armado entre países sirve de vehículo para los conflictos del día a día: la guerra contra el machismo y la heteronorma, la guerra contra la discriminación racial, el capacitismo y la injusticia. La Mesa Vacía se vuelve lastimosamente vigente en su discurso político, una pieza que se vuelve a montar cada que hay una guerra en el mundo. ♠
Fotografías de Armando Ruiz
Antonio León. Maneadero, Baja California. Poeta y cronista. Es editor de poesía en la revista El Septentrión y autor de los libros Busque caballos negros en otra parte (2015) :ríos (2017), Consomé de Piraña (2019) y Drowner (2021). En 2016 fue el ganador del Premio Estatal de Literatura de Baja California, en la categoría de poesía, con el libro El Impala rojo. En 2018 fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en la categoría Creadores con Trayectoria. Actualmente, se desarrolla en el ámbito de la promoción de la lectura y promoción cultural universitaria. Es integrante del equipo organizador del encuentro Tiempo de Literatura, en Mexicali. Cuaderno de Courtney Love (y otros poemas), editado por pinos alados ediciones, es su libro más reciente.